Un accidente ocurrido recientemente en Santiago de Cuba ha dejado al descubierto, una vez más, la profunda crisis económica y moral que atraviesa la isla. Un camión cisterna que transportaba aceite comestible se volcó, causando la muerte inmediata del conductor, mientras decenas de personas acudieron al lugar no solo por la tragedia, sino también para recoger el preciado líquido derramado, ausente desde hace meses en los hogares cubanos.

El hecho fue reportado por el periodista independiente Yosmany Mayeta Labrada a través de su página de Facebook, donde compartió imágenes e información sobre el suceso. Según la publicación, el conductor falleció en el acto debido a la violencia del impacto.

Sin embargo, lo que ha llamado poderosamente la atención ha sido la reacción de la población. Lejos de retirarse del lugar por respeto o precaución, muchos acudieron con recipientes improvisados para aprovechar lo que quedaba del aceite comestible, un bien escaso en las despensas cubanas desde hace tiempo.

El episodio, que mezcla tragedia y necesidad, es una muestra clara del nivel de precariedad al que ha llegado la vida cotidiana en Cuba. En un país donde comprar un litro de aceite se ha convertido en un privilegio o una odisea, no resulta extraño que cualquier oportunidad —por más lamentable o peligrosa que sea— sea vista como una forma de alivio.

El régimen cubano, incapaz de garantizar productos básicos para la alimentación de la población, ha llevado a los ciudadanos a normalizar escenas como estas: personas disputándose alimentos derramados en accidentes, peleas por pollo o arroz en puntos de venta y largas colas desde la madrugada para conseguir lo mínimo.

Recomendado para ti