Seis meses después del paso del huracán Oscar, el puente ubicado en la desembocadura del río Miel, en Baracoa, Guantánamo, sigue sin ser reconstruido. La falta de acción por parte del gobierno cubano mantiene aisladas a más de 500 personas, afectando su movilidad y acceso a servicios esenciales.

Este puente, construido en 2020 tras más de una década en la que los residentes dependían exclusivamente de botes, conectaba a Baracoa con cinco comunidades cercanas, incluida la zona costera de Boca de Miel. Su colapso ha obligado a los habitantes a movilizarse en embarcaciones precarias de madera, muchas veces a precios elevados y bajo condiciones peligrosas.

Según un reportaje de Radio Baracoa, el transporte fluvial es limitado, ya que los botes solo operan hasta las 6:00 p.m. Esto agrava la situación en casos de urgencias médicas. “Si alguien se enferma después de esa hora, hay que esperar hasta el día siguiente para cruzar”, comentó Yunet Paján Giral, una de las vecinas afectadas.

A esto se suma que las autoridades exigen medidas de seguridad como el uso de chalecos salvavidas, los cuales no están disponibles en la comunidad o tienen precios prohibitivos. “Nos piden salvavidas, pero aquí no hay o cuestan demasiado. ¿Qué hacemos si alguien se cae al agua?”, reclamó Daylen Lobaina, también residente de la zona.

El puente es crucial para estudiantes, trabajadores y pequeños comerciantes. Los vecinos exigen una reconstrucción que no solo repare los daños, sino que garantice una solución duradera.

“Este puente es indispensable para nuestras vidas diarias. No pedimos lujos, solo poder cruzar con seguridad”, expresó Yula, otra de las afectadas.

El huracán Oscar impactó el oriente cubano el 20 de octubre de 2024, con vientos equivalentes a una categoría uno en la escala Saffir-Simpson. Además del colapso del puente, dejó un saldo devastador: más de 12.000 viviendas dañadas, 56 kilómetros de carreteras deterioradas y pérdidas agrícolas en más de 19.000 hectáreas, afectando cultivos como el plátano, el café y el tomate.

San Antonio del Sur fue el municipio más afectado por las inundaciones, y el fenómeno dejó ocho víctimas mortales, incluidos ancianos, adultos jóvenes y una niña de cinco años.

La comunidad de Baracoa, aún esperando una respuesta concreta, continúa enfrentando el abandono institucional mientras lucha por mantener su día a día a flote—literalmente.

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