La venta de gas licuado en La Habana, tras cinco meses de interrupción, ha provocado una oleada de caos, colas interminables y enfrentamientos entre la población. En zonas como Guanabacoa, apenas se distribuyeron 199 balitas, dejando a la mayoría de los clientes con las manos vacías.

La situación fue tan crítica que los delegados, encargados de organizar el proceso, se vieron rebasados por una multitud desesperada que, entre discusiones y gritos, exigía poder acceder al combustible. A pesar de los intentos por mantener el orden leyendo los nombres en lista, las colas se tornaron incontrolables, bajo un sol sofocante que agravaba aún más el malestar general.

En otros municipios como Boyeros, los testimonios apuntan a broncas y tensiones constantes. La distribución comenzó con prioridad para quienes no habían podido comprar desde diciembre, lo que generó más malestar entre aquellos que habían accedido por última vez al servicio en febrero o marzo. El anuncio de la Unión Cuba Petróleo (Cupet) preveía una venta diaria y organizada, pero la realidad distó mucho de la planificación oficial.

A este panorama se sumó una avería en la planta de Energas en Boca de Jaruco el mismo día del reinicio de la venta, lo cual impactó en la generación eléctrica y profundizó los problemas. Aunque el Ministerio de Energía y Minas aseguró que se habían recuperado cuatro turbinas, las afectaciones al servicio no se hicieron esperar. Además, más de la mitad de los hogares habaneros dependen del gas por tubería, pero incluso este suministro ha estado sujeto a fallos.

Mientras tanto, las protestas se multiplican en La Habana. Muchas personas denuncian la falta de control, el incumplimiento del orden de compra y la corrupción entre coleros y organizadores. Algunos piden la intervención de la policía o del ejército para garantizar el orden en los puntos de venta. En contraste, en Sancti Spíritus la situación ha sido más calmada, gracias a una mejor gestión a través de redes sociales y la aplicación Ticket, que permite organizar la compra por turnos.

El propio ministro Vicente de la O Levy reconoció que en 117 de los primeros 150 días del año no hubo gas disponible, debido a que no había fondos para pagar el transporte marítimo del gas licuado. Un segundo barco, aunque ya pagado, enfrenta similares dificultades, lo que augura que la escasez se mantendrá. Esto obliga a muchas familias a buscar soluciones informales o peligrosas para cocinar, aumentando los riesgos domésticos.

Recomendado para ti