En un evidente intento por proyectar fuerza en medio de la incertidumbre, Nicolás Maduro ha anunciado un masivo despliegue militar denominado Escudo Bolivariano 2025, que se llevará a cabo los días 22 y 23 de enero. Este anuncio coincide con la toma de posesión de Donald Trump como presidente de los Estados Unidos, así como la llegada de Marco Rubio al cargo de Secretario de Estado, figuras que han sido críticas acérrimas del régimen chavista.

Aunque el oficialismo intenta presentar estas maniobras como un acto de soberanía y preparación defensiva, el contexto sugiere que Maduro está profundamente preocupado por el giro que podría tomar la política exterior estadounidense. Trump, conocido por su retórica agresiva, y Rubio, un ferviente opositor del chavismo, representan una amenaza directa para la continuidad del régimen.

En un video publicado en sus redes sociales, Maduro afirmó: “Vamos a defender nuestras fronteras, costas y ciudades para garantizar la paz y la soberanía nacional”. Sin embargo, estas declaraciones, acompañadas de imágenes junto a altos mandos militares como Vladimir Padrino López y Diosdado Cabello, parecen más un intento de calmar las tensiones internas que de enfrentar una amenaza externa.

El momento de las maniobras no es casual. Además de coincidir con la llegada de Trump al poder, el 23 de enero es una fecha simbólica en Venezuela, conmemorando la caída de la dictadura de Marcos Pérez Jiménez en 1958. Tradicionalmente, este día ha sido aprovechado por la oposición para organizar protestas masivas, un factor que aumenta la presión sobre el régimen.

Por otro lado, líderes opositores como María Corina Machado han intensificado su discurso contra Maduro, llamando a desconocer las elecciones convocadas por el chavismo y exigiendo respeto por la voluntad popular. En sus palabras: “Aquí ya hubo unas elecciones el 28 de julio, y ese resultado debe ser respetado. Hasta que no entre en vigor, no participaremos en ningún proceso convocado por la dictadura”.

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