La historia de Mercedes Roque, una madre cubana devastada, ha estremecido las redes sociales tras denunciar públicamente a las autoridades militares por la muerte de su hijo, Antonio Rassi Roque, de solo 18 años, mientras cumplía el Servicio Militar Obligatorio en la unidad del Calvario, en La Habana.

Según la versión oficial, el joven habría tomado una “decisión propia”, pero su madre rechaza categóricamente esa explicación y asegura que fue el resultado de una “acción provocada dentro de la unidad”. En sus palabras: “Mi hijo no se mató, lo empujaron a ese estado con el maltrato, la falta de atención y la humillación”.

Mercedes relata que su hijo se encontraba en un estado depresivo evidente, descuidado y sin aseo personal, algo que incluso sus compañeros de unidad notaron. “Él pedía ayuda, estaba mal y nadie hizo nada”, denunció.

Tras su muerte, la madre asegura haber enfrentado semanas de silencio, evasivas y reuniones con oficiales que no eran los responsables directos del joven. Ahora exige una reunión con el jefe de unidad y los oficiales presentes el día de los hechos, para esclarecer qué ocurrió durante las seis horas que transcurrieron entre la última llamada de su hijo y el fatal desenlace.

“Es simple negligencia y falta de humanidad. Mi hijo pudo estar vivo si alguien hubiera hecho su trabajo”, lamentó.

La publicación de Reporte Cuba Ya ha provocado una ola de indignación entre los cubanos dentro y fuera de la Isla. Cientos de usuarios compartieron mensajes de solidaridad con la madre y condenas al sistema militar:

“Ellos no pagan nada. Llevan más de 60 años haciendo daño impunemente”, escribió Liurka Pérez, “Es criminal lo que hacen con los jóvenes. A todos los declaran aptos aunque estén enfermos”, denunció Eridania Coronado.

“Cuando mi hijo pasó el servicio, un oficial casi lo mata. El abuso de poder es enorme”, recordó Nacli Macías.

Las reacciones reflejan un sentimiento generalizado: miedo, impotencia y desconfianza hacia las instituciones militares cubanas. Muchos cuestionan por qué los hijos de los altos oficiales no realizan el servicio, mientras los del pueblo pagan con su vida.

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