No tiene agua, no tiene recursos, pero lo único que tiene esta madre es un pequeño techo donde puede tratar de mantener con vida a su hija, una niña que padece cáncer. Y aun así, el sistema que debería protegerla está intentando sacarla a la calle, como si su existencia fuera una molestia para los que viven cómodos en sus oficinas climatizadas.

En el municipio Esmeralda, Camagüey funcionarios públicos se presentaron para intimidarla, sin ofrecer soluciones reales, sin compasión, sin humanidad. ¿Dónde está la empatía cuando una madre lucha por la vida de su hija? ¿Dónde están los derechos que tanto se proclaman?

Esta familia no pide lujos, solo pide dignidad. Un lugar donde su hija pueda recibir cuidados, donde no tenga que atravesar caminos intransitables para buscar atención médica, donde no peligre más su frágil salud.

Pero los funcionarios parecen más preocupados por "recuperar un local" que por salvar una vida. Es más fácil culpar, callar, mandar, que ayudar.

Mientras tanto, la comunidad sí responde. Las redes sociales se han encendido. Cientos de comentarios gritan lo que muchos piensan pero no se atreven a decir. Esto no es solo una injusticia, es una vergüenza. La fiscal, lejos de tender una mano, ha demostrado frialdad absoluta. Pero el pueblo habla: "No salgas de ahí", "Lucha por tu hija", "No estás sola".

Y no, no lo está.

Este caso no debería estar pidiendo visibilidad. Debería estar resuelto. Porque nadie con un mínimo de humanidad pone en riesgo la vida de una niña enferma por un trámite de oficina. Este es un grito desesperado: no por likes, sino por justicia.

Y si te conmueve, compártelo. Porque solo el ruido colectivo hace temblar los muros de la indiferencia.

Fuente : Ojo Cubano

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