Lo que muchos no vieron de la entrega del televisor a Minguito, el hombre que salió del agua aferrado a su viejo aparato durante el huracán Melissa, fue todo un desafío logístico y físico para los voluntarios que llegaron hasta su casa en Santiago de Cuba. Según relató el escritor Guillermo Rodríguez Sánchez, la zona donde vive Minguito aún permanece parcialmente inundada, con charcos profundos y tablones flotando, mientras una nube de mosquitos dificultaba el acceso.

“Mijail García casi se da un baño sabroso de fango brincando los charqueros, de la nube de mosquitos ni hablar, infernal”, contó Rodríguez Sánchez, describiendo las condiciones extremas que enfrentó el grupo para cumplir la promesa. Por su parte, Leandro Guerra, otro voluntario, llegó poco preparado: “¿Dónde están el overol y las botas? Se pensó que iba para la discoteca El Batanga”, ironizó el escritor, resaltando la falta de equipamiento adecuado frente a la zona inundada.

A pesar de los obstáculos, los voluntarios lograron entregar el televisor pantalla plana a Minguito, quien finalmente recibió la alegría que muchas personas le habían prometido pero que hasta ese momento no había llegado. Rodríguez Sánchez subrayó con humor y seriedad: “Sin que se ponga nadie bravo, o pónganse si les da la gana, no prometan en público si no van a cumplir”.

El escritor también hizo un llamado a quienes se preocuparon por la vestimenta de los voluntarios, conocida como la “ropa verde de Minguito”: sugirió que se enviara un maletín de overoles de trabajo para futuras entregas o que se dejara de hacer comentarios negativos.

Esta experiencia demuestra que la solidaridad puede prevalecer incluso en las condiciones más difíciles, y que los gestos de empatía y compromiso humano pueden devolver la esperanza y la alegría a quienes más lo necesitan. La entrega del televisor a Minguito no solo resolvió una necesidad material, sino que también transmitió un mensaje de resiliencia, humanidad y cercanía en medio de la devastación causada por Melissa.

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