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Desesperanza y resignación en Cuba: dirigente del Partido admite el colapso eléctrico

Redacción de CubitaNOW ~ miércoles 30 de julio de 2025

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La confesión pública de Yudelkis Ortiz Barceló, primera secretaria del Partido Comunista en Granma, ha sido como un jarro de agua fría para una población ya exhausta.

En un país acostumbrado al silencio oficial, escuchar de una dirigente del régimen que “es imposible organizar una planificación, por lo menos que sea estable”, deja al descubierto una verdad que los cubanos viven en carne propia: el sistema electroenergético nacional está roto.

La dirigente admitió que con apenas 20 MW disponibles en su provincia, ni siquiera se puede cumplir con una rotación mínima de apagones. Hacen falta al menos 30 MW, pero la realidad es otra, mucho más precaria y alarmante.

“No se trata de empatía, es que mi familia y yo también lo estamos viviendo”, dijo la funcionaria, como si compartir la oscuridad borrara décadas de mala gestión. Con solemnidad revolucionaria y el lenguaje típico del aparato, Ortiz Barceló apeló a la unidad, la fe y el agradecimiento eterno hacia una revolución que hoy no puede garantizar ni agua ni luz.

La situación en Granma, y en general en Cuba, ha rebasado los límites de la paciencia. Ortiz detalló que la atención del poco servicio disponible se concentra en hospitales, partos, hemodiálisis y urgencias, pero incluso estos centros carecen de plantas eléctricas eficientes.

El acceso al agua, además, se ha vuelto crítico: “Hay sistemas que tienen que bombear durante ocho o nueve horas para que el agua llegue al último vecino”, reconoció. No hay rotación coherente, ni planificación real, solo apagones interminables y respuestas vacías.

En un intento por mostrar avances, la dirigente mencionó la construcción de tres parques solares y otros proyectos energéticos. Sin embargo, admitió sin rodeos que “aún no impactan” en la calidad del servicio. Mientras tanto, la gente se queda sin refrigeración, sin clases, sin trabajo y sin esperanza.

Ortiz terminó su mensaje con un llamado casi irónico a “no perder la fe”, mientras imploraba solidaridad y gratitud hacia un sistema que ya no puede sostenerse ni a sí mismo. La población, en cambio, solo pide lo básico: poder dormir, cocinar, vivir… con un mínimo de dignidad; algo que para nada está garantizado.





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