Una joven cubana residente en La Habana ofreció un testimonio en primera persona que da cuenta de las condiciones y motivaciones detrás del trabajo sexual en la capital cubana.

Su relato fue difundido por la página de Facebook Chissmes y Farándulas, donde describe con detalle cómo comenzó en esta actividad, sus experiencias y las realidades que enfrentan muchas mujeres en la isla.

Según explicó, empezó a dedicarse a este oficio a los 23 años, motivada por la recomendación de una amiga que le habló de La Habana y las oportunidades económicas que ofrecía estar en contacto con extranjeros.

La joven cuenta que llegó desde Camagüey y comenzó a trabajar en lugares conocidos por la presencia de turistas y visitantes extranjeros, como el Bulevar de La Habana, el “Búlgaro”, la discoteca U.S. en Galeano y zonas cercanas a la Casa de la Música.

“El trabajo es una forma de buscar dinero fácil, porque aquí la situación está complicada”, comenta, detallando que no trabaja todos los días, sino principalmente de jueves a domingo, cuando hay más tránsito de extranjeros.

Sus horarios varían según la necesidad económica y la afluencia de clientes, y puede estar desde la mañana hasta la noche dependiendo del día.

Sobre los ingresos, la joven detalla que la media puede variar entre cinco mil y diez mil pesos cubanos, aunque ha tenido clientes extranjeros dispuestos a pagar desde 50 hasta 350 dólares por servicios que pueden incluir pasar la noche con ellos.

Señala también que su trabajo se enfoca casi exclusivamente en extranjeros, ya que con cubanos ha tenido malas experiencias, incluyendo episodios de violencia y robo, que la llevaron a evitar relaciones con compatriotas.

En su testimonio, la joven también revela que ha consumido sustancias como el cristal, aunque aclara que no es adicta y que se alejó de ese mundo.

Relata que en ocasiones, debido a la influencia de los extranjeros con los que trabaja, se ha visto obligada a consumir, aunque de forma esporádica.

El relato expone una realidad compleja y poco visibilizada sobre cómo muchas mujeres en Cuba recurren al trabajo sexual como una vía para sobrevivir y obtener ingresos en un contexto de crisis económica prolongada.

Su testimonio también evidencia los riesgos asociados a esta actividad, tanto en términos de seguridad personal como en salud.

Este tipo de testimonios resulta crucial para comprender las dinámicas sociales y económicas que atraviesan muchas personas en Cuba y abre un espacio necesario para el debate y la reflexión sobre las políticas sociales y los derechos de estas trabajadoras.

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