En Najasa, un pueblo que parece haber tocado fondo en cuanto a la falta de respeto a sus muertos, se vive una tragedia que trasciende lo personal para denunciar el colapso de un sistema que ha perdido toda dignidad. Ramón Ramos Guerrero, suegro del conocido "Papo el barbero", fue víctima de una cadena de indignidades que revelan una crisis profunda.

El cuerpo de Ramón llegó al pueblo en un estado de descomposición avanzada, consecuencia directa de la demora causada por un carro fúnebre en mal estado. Ante la imposibilidad de esperar más, su familia se vio obligada a enterrarlo esa misma noche.

Pero el calvario no terminó ahí: en el cementerio no había nichos disponibles, y la excusa oficial fue la falta de cemento para construirlos. La empresa encargada apenas recibe tres sacos de cemento para todo el cementerio, insuficientes para mantener las instalaciones.

Lo más desgarrador fue el estado del ataúd, tan deteriorado que el chofer y un sepulturero tuvieron que amarrarlo para que el cuerpo no terminara en el suelo durante el traslado. Este episodio no es un accidente aislado ni un cúmulo de desafortunados eventos, sino el reflejo "podrido" de un sistema que ha perdido hasta el respeto por la muerte.

Las reacciones no se hicieron esperar: Ismael Ibarra Leyva pidió prudencia, argumentando que “esa caja no es la que comunales les pone a los difuntos,” mientras Maritza Damas confirmó con respeto que “esa caja es lo que hay ahora en Cuba; con todo respeto al difunto y familias, EPD.”

Otros, como Arelys Méndez, expresaron temor por el futuro: “En cualquier momento iremos a la basura, sin ataúd, sin carro fúnebre, sin espacios.”

Yoanni García Jaime fue más crítica, señalando la corrupción y la insensibilidad: “Creo que en Comunales existen las personas más indignas, insensibles y corruptas que puedan existir... Lo peor es que no sucede nada y cada jefe que llega se va ileso con las manos llenas.”

Berthy Valdés añadió un comentario cargado de desconfianza hacia el sistema: “Yoanni García Jaime así mismo… y me la juego que son comunistas.”

La indignidad que sufrió Ramón no es sólo una tragedia familiar, sino un grito de alerta sobre el estado de abandono en que están los cubanos, incluso después de la muerte.

Su historia nos obliga a mirar con ojos críticos la descomposición de un sistema que no solo falla en la vida, sino también en la muerte.

Fuente: “Desaparecidos dentro de Cuba. Somos tu voz”, 

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