El 26 de julio es una fecha que el régimen cubano celebra como el inicio de la Revolución, destacando el asalto al Cuartel Moncada en 1953 liderado por Fidel Castro. Sin embargo, una mirada crítica a los hechos revela una historia de fracasos y manipulaciones que dista mucho de la narrativa oficialista.

Uno de los hechos más reveladores sobre la participación de Fidel Castro en el asalto es su pérdida de dirección antes de llegar al Moncada. El convoy liderado por Castro se desvió del camino planificado, perdiendo un tiempo crucial y demostrando una grave falta de preparación y conocimiento del terreno. Este error evidenció la improvisación que caracterizó toda la operación. Además, la falta de una planificación militar adecuada fue evidente. La operación carecía de reconocimiento del área y de una evaluación realista de las fuerzas enemigas. Sin contingencias y con una ejecución táctica deficiente, los atacantes, muchos de ellos jóvenes idealistas mal armados y peor entrenados, enfrentaron una resistencia organizada y superior en número.

El asalto resultó en un enfrentamiento desorganizado y caótico. La improvisación y la falta de disciplina entre los atacantes reflejaron una carencia de liderazgo efectivo en el campo de batalla. Fidel Castro, a pesar de su retórica y determinación, no logró coordinar de manera eficaz a sus seguidores, lo que resultó en la captura y ejecución de muchos de los participantes. Mientras muchos revolucionarios perdieron la vida, Fidel Castro logró inicialmente escapar y posteriormente se entregó, utilizando su juicio como una plataforma política. Esta habilidad para sobrevivir y manipular las circunstancias a su favor muestra más su destreza en la propaganda que en el liderazgo militar.

En los años siguientes, Castro manipuló la narrativa del asalto al Moncada para presentarlo como un acto heroico, ocultando los errores y la falta de preparación que llevaron al desastre. Esta reescritura de los hechos fue fundamental para construir su imagen como líder revolucionario y mártir. El famoso discurso "La Historia me absolverá", pronunciado durante su juicio, fue una maniobra calculada para ganar simpatía y apoyo popular, desviando la atención de los fallos tácticos y estratégicos del asalto.

La conmemoración del 26 de julio y el asalto al Cuartel Moncada nos obliga a reflexionar sobre la verdadera naturaleza de este evento y el papel de Fidel Castro. Lejos de ser un acto heroico, fue un fracaso militar lleno de errores que costó la vida de muchos jóvenes idealistas. La habilidad de Castro para manipular la historia y presentarse como un mártir revolucionario ha sido una constante en su trayectoria política.

En un momento en que el régimen cubano sigue celebrando esta fecha como un hito revolucionario, es crucial recordar y reconocer las críticas y las voces disidentes que arrojan luz sobre la realidad de los acontecimientos. La historia no oficialista nos ofrece una visión más completa y menos idealizada de un momento clave en la historia de Cuba, destacando los errores, la manipulación y las consecuencias de un movimiento que, en su búsqueda de justicia, terminó instaurando un nuevo régimen de opresión.

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