La Organización Mundial de la Salud (OMS) emitió nuevas directrices que marcan un giro importante en el abordaje global de la obesidad. Por primera vez, la agencia recomienda el uso de medicamentos GLP-1 como parte de un tratamiento a largo plazo para adultos con obesidad, acompañados siempre de cambios en la alimentación y actividad física.

Las guías, publicadas en la revista médica JAMA, definen el uso prolongado de estos fármacos como un tratamiento continuo durante seis meses o más. Con ello, la OMS reconoce que la obesidad no es simplemente consecuencia del estilo de vida, sino una enfermedad crónica compleja, influenciada también por factores genéticos, psicológicos y ambientales.

Según la organización, los agonistas de GLP-1 actúan imitando una hormona que envía señales de saciedad al cerebro, lo que ayuda a controlar el apetito y facilita la pérdida de peso. En los últimos años, estos medicamentos han ganado enorme popularidad debido a evidencia consistente que sugiere que no solo ayudan a adelgazar, sino que también reducen el riesgo de hipertensión, infartos y accidentes cerebrovasculares.

En Estados Unidos su uso se ha disparado: uno de cada ocho adultos reporta estar tomando actualmente un medicamento GLP-1, ya sea por obesidad o por diabetes. Precisamente en septiembre, la OMS incluyó estos fármacos en su lista de medicamentos esenciales, aunque exclusivamente para el tratamiento de la diabetes tipo 2.

Las nuevas recomendaciones fueron elaboradas por un panel de especialistas en obesidad, farmacología y salud pública, luego de que varios países solicitaran una guía actualizada ante el crecimiento de la demanda y la aprobación de estos medicamentos por agencias regulatorias como la FDA. Muchas naciones suelen considerar las directrices de la OMS al diseñar sus políticas sanitarias, por lo que esta recomendación podría influir en futuras decisiones de salud pública.

No obstante, la OMS subraya que los medicamentos no son una solución milagrosa. Advierte que la obesidad está relacionada también con el estrés, los entornos obesogénicos y la mayor exposición a alimentos ultraprocesados, por lo que un enfoque integral sigue siendo imprescindible. Además, la recomendación es condicional: los beneficios parecen superar los riesgos, pero aún se requieren estudios más robustos sobre su seguridad y eficacia a largo plazo.

Otro desafío importante es el costo. En Estados Unidos, los fármacos más conocidos —Wegovy de Novo Nordisk y Zepbound de Eli Lilly— superan los 1.000 dólares mensuales de precio de lista, lo que limita el acceso para millones de personas. Aunque recientemente la administración Trump anunció un acuerdo con farmacéuticas para reducir costos a usuarios de Medicare, Medicaid y quienes pagan de su propio bolsillo, la OMS insiste en que se necesitan precios más bajos para ampliar la disponibilidad a nivel mundial.

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