Barbarita tiene solo 32 años, vive con VIH y sobrevive en condiciones que estremecen. Su nombre completo es Bárbara Torres Ricardo y reside en el Reparto Hilda Torres, en Holguín, donde comparte una vivienda precaria con su esposo y sus suegros. Su día a día transcurre en un nivel de miseria que contrasta de manera brutal con el discurso oficial de Cuba como “potencia médica”.

La joven sale adelante gracias, sobre todo, al apoyo de vecinos y amigos. Ellos han suplido, como pueden, la ausencia de las instituciones que deberían acompañarla. En la práctica, las personas que viven con VIH en Cuba dependen más de la solidaridad comunitaria que del sistema de salud que el Estado promueve como universal y ejemplar.

Para Barbarita, una alimentación adecuada es esencial: sin ella, los retrovirales que toma a diario se convierten en una carga difícil de soportar. Este aspecto crítico rara vez aparece en la propaganda oficial cuando se habla de “humanismo socialista”, pero es parte del día a día de quienes enfrentan situaciones de vulnerabilidad extrema en el país: personas olvidadas, mal nutridas y sin respaldo institucional.

Ante el deterioro de sus condiciones de vida, una muchacha que la conoce desde su infancia decidió pedir ayuda públicamente. Su mensaje es claro: Barbarita ya no puede continuar viviendo así, y cualquier contribución —por pequeña que parezca— puede marcar una diferencia real.

Para quienes deseen colaborar, se facilitó el número de contacto de Camila: +53 5 4197025.

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