En sus primeras declaraciones al llegar a Puerto Rico tras cumplir una condena por espionaje de más de 20 años en Estados Unidos, al ex espía Ana Belén Montes dijo ser una “persona irrelevante” que llevará una “existencia privada”, aunque aprovechó para condenar el embargo económico de Estados Unidos contra Cuba.

"Estoy más que contenta de tocar suelo borincano de nuevo. Tras dos décadas bastante agotadoras y ante la necesidad de volver a ganarme la vida, quisiera dedicarme a una existencia tranquila y privada. Por lo tanto, no participaré en ningunas actividades mediáticas", dijo Montes al diario El Nuevo Día en una nota de prensa suministrada por su abogada Linda Backiel.

Considerada el principal ‘topo’ al servicio del espionaje cubano dentro de los cuerpos de inteligencia de Estados Unidos por 17 años, Montes dedicó unas líneas de su mensaje justamente a Cuba. “Animo a los que desean enfocarse en mí a que, en cambio, se enfoquen en temas importantes, como los serios problemas que enfrenta el pueblo puertorriqueño o el embargo económico de Estados Unidos hacia Cuba", expresó.

Y añadió: "¿Quién en los últimos 60 años ha preguntado al pueblo cubano si ellos quieren que Estados Unidos les imponga un embargo asfixiante que los hace sufrir?”.

Montes, que este mes cumplirá 66 años, deberá cumplir un periodo de 60 meses de libertad bajo estricta supervisión. En sus primeras y aparentemente únicas declaraciones convocó, además, a enfocarse en el cambio climático. “También merece atención la apremiante necesidad de cooperación global que detenga y dé marcha atrás a nuestra destrucción de nuestro medio ambiente”, expresó. 

Montes arribó a Puerto Rico, de donde era originario su padre, un médico psiquiatra del Ejército de Estados Unidos, tras ser liberada el sábado de una prisión de máxima seguridad en Texas, donde había cumplido 22 años de una condena de 25 por espiar a favor del régimen de Fidel Castro. 

Como alta funcionaria y principal experta en asuntos cubanos de la Agencia de Inteligencia de la Defensa (DIA), Montes suministró pacientemente material ultrasensible a la Dirección de Inteligencia de Cuba, lo que ayudó a desarticular a cientos de espías e informantes al servicio de Estados Unidos. Desde su alta posición en la DIA ayudó también a moldear las posturas en el Pentágono, la comunidad de inteligencia y el Gobierno federal en el sentido de que Cuba había dejado de ser una amenaza para Washington, incluyendo la respuesta de la Casa Blanca al derribo de las avionetas de Hermanos al Rescate en 1996.

En la nota de prensa tras su liberación, la ex agente de inteligencia dijo ser “una persona irrelevante” en las actuales circunstancias. “No tengo importancia, mientras que existen problemas graves en nuestro terruño mundial que reclaman atención y una demostración de amor fraternal", afirmó.

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