La Diosa: “Si soy insípida no me van a querer ni mis detractores ni mis seguidores”

Katheryn Felipe ~ miércoles 17 de mayo de 2023

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Después de varios intentos, logramos vernos un viernes por la tarde en su casa, en el extremo oeste de Miami. La Diosa (San José de Las Lajas, 1980) nos espera desprovista de maquillaje y sin extensiones en el pelo verde fosforescente. Lleva un mono corto de dos tonos con el que, cuando termine la entrevista, se irá otra vez a la playa porque está “recuperando el tiempo perdido”. Su sala es amplia y tremendamente blanca, y en ella sobresalen una fotografía suya, que ocupa un tercio de una pared, y los altares en que reposan sus santos y sus muertos.  

“Ahora le devolvería el golpe” 

La Diosa, que en realidad se llama Dianelys Alfonso Cartaya, ha tenido una juventud y una adultez bastante “duras”. La primera, por el régimen de violencia que soportó al lado del músico José Luis Cortés, El Tosco; la segunda, por la confrontación constante que ha tenido en los últimos años con la dictadura cubana. Mucho ha llovido desde que era Nely La Rusa, la jovencita abusada que cantaba en la orquesta NG La Banda, hasta que se convirtió en una mujer que ha madurado “a golpes y a tropezones”, y que “no aguantaría” ningún atropello. 

Si bien la mayoría de los cubanos emigran por problemas económicos, La Diosa lo hizo en 2006 durante un tour por Italia para “escapar” del hombre que le “hacía daño”. Ésa ha sido la decisión más difícil de su vida y de la cual se arrepiente porque tuvo que dejar a sus padres. “Yo no tenía que haberme ido, sino haber guardado prueba de los golpes. A lo mejor enseñándoselas a la policía cubana no cambiaba nada, pero sí si las mostraba en el extranjero y lo demandaba en plena gira”, explica segura de que entonces “era una niña con miedo”, y de que hoy, en vez de huir, “le hubiera devuelto el golpe”.  

La Diosa, que, luego de pasar una década en Europa, en 2019 denunció por primera vez a Cortés, considerado figura “ilustre” de la cultura cubana, afirma que "todo el que lo conoció sabe cómo era él", pero no han hablado “por conveniencia, por miedo, o porque había que protegerlo”. A ella, sin embargo, no le “quedó otra” que exponerlo. La última amenaza que recibió del director de NG La Banda le llegó en forma de mensaje de texto: “Atente a las consecuencias. Olvídate de cantar en Cuba”. Y así fue, tuvo que olvidarse de cantar en Cuba hasta que en enero de 2023 llegó a Estados Unidos bajo el amparo de un parole humanitario.   

No obstante, a Dianelys no le importa mucho si hubo quien no creyó en su denuncia. Ella se siente liberada, “en paz y tranquilidad”. “Hay que ser una mujer abusada para saber lo que se sufre. Yo no tenía que haber vivido eso. Yo era una muchacha que lo quería muchísimo. Lo idolatraba. Y es ahí donde está el problema, que ellos buscan a las presas débiles. Y yo era débil”, subraya antes de asegurar que ella sabía que él terminaría solo. 

Recuerda que el día en que Cortés falleció no se alegró, porque “nunca le deseé la muerte”, sino que tuvo una "sensación de protección". Ese día La Diosa se dijo: “Ya no me va a dar más a mí, ni a nadie más. Porque hubo más casos. Conoce una mujer que vive en España, otra en Francia y otra en Miami, que pasaron por lo mismo que ella. A todas les hacía lo mismo, aunque uno piensa que con uno va a ser diferente”. Pero no lo fue. 

Un fenómeno mediático 

Cuando a su regreso a Cuba Dianelys empezó a ver cómo se le cerraban las puertas que había dejado abiertas, se llenó de odio. No sabía que se tornaría un fenómeno mediático “ni estaba trabajando para eso”. Era una mujer decepcionada, molesta con la injusticia y con las personas con doble moral, que no hacen lo correcto. Así empezó a alzarse una Diosa que “actuaba con rabia” y que se fajaba “con cualquiera”. Por aquellos tiempos se sentía “una porquería” y, como “desgraciadamente las cosas negativas caminan”, ella fue ganando fama en las redes sociales.  

La Diosa insiste en que no ha tenido la intención de ser polémica. Tan es así que, cuando mira las directas que ha hecho siente vergüenza, mas era “lo que sentía en ese momento”, no algo premeditado ni calculado. Entonces “no tenía carrera” y todos sus planes se le hacían “agua y sal” porque otros estaban trabajando para que se le destruyeran. Se la pasaba “discutiendo con todo el mundo”. Había días en los que pelear con alguien, defender un punto de vista o hacer una denuncia, la hacía sentir mejor, pero había otros en que tenía la impresión de que “no iba a llegar a ninguna parte en mi vida”. 

Tras residir por diez años en Francia, a La Diosa le sorprendió hasta la calidad del aire en Cuba, donde uno “respira gasolina” desde que sale del aeropuerto, y vio mucho más deteriorada a la gente. “Todos envejecemos, pero nosotros cuatro veces más”, resalta convencida de que, lo peor, no es la involución que ha tenido el país, sino que “no hacen nada para detenerla”. No en vano se pregunta a diario “¿cómo se puede querer algo tan bello en destrucción, por tal de que no existan los millonarios o la diferencia de clases, que de todas formas existen?”. Cree que a los que mandan en Cuba debería darles pena tener a los cubanos viviendo mal, “fajados por un pedacito de pollo y matándose en las colas”. 

“Yo no soy una perdedora” 

Ahora que ha salido de la isla por segunda vez, a La Diosa no le interesa volver. Con lágrimas en los ojos cuenta que antes de irse se despidió de todo porque “sabía que no iba a virar”. Le dijo adiós al mar, a la arena, a su natal San José de Las Lajas, a la tumba de su padre, a su hermano que está en un hospital psiquiátrico, a su tía, a sus peces y a los perros que no podía traer. 

La Diosa no volverá a Cuba porque no es una perdedora. No puede retornar al lugar donde la “han hecho mierda” para que la sigan maltratando. Por tanto, le tiene que ir bien en Miami. “Yo tengo que hacerme carrera aquí obligado”, resume, pero aclara que eso depende sólo de ella. “A mí nadie me tiene que dar nada”.  

Como no se sintió parte de Francia, y en Cuba no se entendía “en nada” con los que gobiernan, en Miami es donde mejor se ha sentido. Espera que eso no cambie y que no tenga que tragarse sus propias palabras porque Estados Unidos es un país en el que hay que tener dinero para “echar para adelante y pagar billes”. “Aquí se vive bien, pero hay que trabajar”. 

A sus 42 años, La Diosa desea que no le falte trabajo para lograr la estabilidad de su familia. Le gusta la gente de Miami porque no vive pendiente del que tiene al lado para “chivatearlo”, como pasa en Cuba. “Todo el mundo tiene su espacio. Me encanta que todos hablen español. Siento que es Cuba, pero con condiciones”. Si bien habla italiano y francés de manera fluida, quiere aprender inglés porque le gusta sentirse segura. 

Reconoce que la atormenta la idea de no triunfar en la música, pero, si tiene que hacer otra cosa para darle de comer a sus hijos, “por supuesto que lo haré”. Mientras, como ya le cogió la vuelta a lo que la gente disfruta de La Diosa, no se dedica a grabar a lo loco. Ya tuvo tiempo de “medir el gusto” de su público porque trabaja para ellos y tiene que conocerlos al máximo para lograr sus éxitos. Concretamente, a la mitad de sus seguidores “les gusta la música vulgar”, y a la otra mitad, “la elegante y bonita”. 

Para “entrar por la canaleta” de lo que le piden, La Diosa se niega a escoger entre uno y otro tipo de oyente, sino que ha decidido crear para ambos. Con la ayuda de su esposo, el productor musical Rey El Mago, y visto que puede cantar “todo tipo de género”, ha anunciado que estará sacando “temas más que discos” porque “hay para todos los gustos”. 

“Voy a seguir siendo yo” 

Al mismo tiempo, cada vez está más convencida de que, por cada escalón que suba, le caerán más críticas. Luego de llenar el Watsco Center miamense, ha tenido que aplazar un concierto en Nueva Jersey y le han suspendido una presentación en el Seminole Hard Rock Hotel & Casino de Hollywood, por lo que ha aprendido que en Estados Unidos las cosas no funcionan como en Cuba, y que su carrera depende del enfoque que ella y su equipo le den, “no de lo que diga nadie”.  

“Hay personas que dejan de trabajar contigo y, como se van molestas, lo hacen hablando cosas que saben que te pueden afectar”, ha precisado La Diosa al justificar la razón por la que cada miembro de su equipo ha firmado un acuerdo de confidencialidad y por lo que tuvo que suspender por el momento el show que tenía previsto para Nueva Jersey, donde no hay una comunidad muy grande de cubanos, y cuya venta de boletos se detuvo después de que su otrora maquillista asegurara que se estaban regalando las entradas. 

“Decidimos echarnos para atrás porque los gastos eran muy grandes y no va a morir nadie por eso”, agrega no sin admitir que su antiguo estilista estuvo “haciéndole daño a mis ventas, a mí, al dinero de mi manager, a todos los que estamos luchando para que los cubanos tengan un buen show. No me merecía eso. Lo podíamos haber hablado en privado. No hacía falta crear esa algarabía”. En cualquier caso, siente que seguirá teniendo obstáculos porque viene de un país en el que “prácticamente se vive en una tribu”. 

La Diosa asevera que se ha notado que ha “echado para atrás” la polémica. “Quien diga que no, simplemente es porque le caigo mal, me odia, y no quiere que yo avance”. Lo que ocurre es que “ni siquiera se dan cuenta cuando yo estoy tratando de cambiar, de hablar bien”, por lo que “voy a seguir siendo yo, si eso fue lo que me llevó al éxito”. 

Con su nuevo tema ‘Me dio la gana’, La Diosa ha tenido una especie de desahogo y se ha “vuelto a botar” porque a ella es “a la que más critican”, “a la que más recio llevan en todos los sentidos”. Para Dianelys, sus detractores ven mal si se compra un Cadillac, se opera o se tiñe de verde, porque la quieren “viviendo debajo de un puente pidiendo limosna”. 

“No existe un cubano que no diga una mala palabra” 

No pocas veces tildada de vulgar o de grosera, La Diosa, que “por poco” se cambia “hasta el pelo verde” por tal de quedar bien con algunos de sus seguidores, expone que la idiosincrasia del cubano es natural y espontánea, por lo que “no existe uno que no diga una mala palabra”. 

De hecho, ejemplifica, “el cubano dice qué bolá, asere, y eso ya es vulgaridad. Como es vulgar vivir donde las personas se pelean por un pedazo de carne". Lo que pasa es que en las redes sociales “hay quienes quieren ser los más finos del mundo y cuando terminan de decirme: ‘Tú eres una vulgar’, van a fajarse con el marido y a decirle cuatro malas palabras”. 

Para esta mujer de carácter fuerte, la agresividad ha sido un mecanismo de defensa. “Si te fijas, en mis directas siempre he salido a responder un ataque. He tenido que aprender a vivir con eso y a expresarme más a través de la música”. De ahí que ha interiorizado que no puede hacer feliz a todo el mundo porque tiene “una sola cabeza, no 50”. Hoy tiene el pelo verde y mañana a lo mejor se lo pone “morado, rosado o anaranjado chillón” porque es una mujer que vive como quiere y que no le pide nada a nadie. 

“Yo no puedo cambiar. Si yo cambio, dejo de ser yo, y si dejo de ser yo, voy a ser insípida y si soy insípida no me van a querer ni mis detractores ni mis seguidores”. La Diosa, que tiene como esposo “al hipócrita más grande del mundo”, no sabe serlo, a pesar de que “lo he intentado una pila de veces”. “El hipócrita no va a decirte lo que no quieras escuchar y yo voy a decirte siempre lo que tú no quieres escuchar, pero por tu bien”.  

Una madre de las grandes 

En tanto, La Diosa intenta ser para sus dos hijos lo que sus padres “lindos” fueron para ella. Su madre fue “una estrella” y su padre tenía un carácter muy fuerte y la regañaba muy duro, pero ella comprendió que eso “era necesario para la vida”. “Mis hijos no hablan alto, no gritan, no dicen una mala palabra. Puedo salir con ellos a donde quiera, que no tocan nada en casa ajena. Todo el mundo me dice: ‘Tus hijos son modelos’. Pero es que yo también fui así, hasta que la vida me golpeó y me tocó cambiar”. Básicamente, ella los deja ser quienes son. 

Esta madre “de las grandes” desea asimismo que los cubanos entiendan que han vivido engañados porque lo que tienen “no es vida”. “Quiero la libertad de los cubanos, pero entiendo que es difícil cuando tienen que estar buscando el arroz, el aceite, una cama para un enfermo en un hospital. Y es que lo hacen para que no tengan cabeza para pensar. Pero que sepan que la unión es vital, que dejen de discutir, de separarse, de hacerle el juego a ellos. No saben lo que pueden lograr unidos. El día que lo sepan, ese día se va a acabar la dictadura”. 


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