La presión internacional se ha intensificado sobre el gobierno de Nicolás Maduro en Venezuela, con la ONU, Estados Unidos, la Unión Europea, España, Colombia y Brasil exigiendo un recuento de votos transparente y verificable tras las recientes elecciones presidenciales. Estas demandas surgen en medio de acusaciones de fraude electoral, luego de que el Consejo Nacional Electoral (CNE), controlado por el oficialismo, proclamara a Maduro como vencedor con un margen significativo sobre su rival, Edmundo González Urrutia.

Las sospechas de fraude se intensificaron cuando el CNE anunció la victoria de Maduro antes de divulgar todos los datos oficiales. La oposición ha criticado la falta de transparencia y acusa al gobierno de ocultar las actas de los centros electorales. En respuesta, la comunidad internacional ha solicitado que el CNE publique de inmediato los resultados detallados, centro por centro.

El secretario general de la ONU, António Guterres, ha hecho un llamamiento a la total transparencia en el proceso electoral, instando a que se publiquen los resultados de cada colegio electoral. Guterres elogió al pueblo venezolano por su determinación pacífica de expresar su voluntad a través del voto, pero enfatizó la necesidad de claridad para validar los resultados.

Estados Unidos y Chile fueron los primeros en manifestar sus dudas sobre la legitimidad del recuento, seguidos por la Unión Europea, España, Brasil y Colombia. Estas naciones han pedido al CNE que revele las actas de los centros electorales para asegurar un proceso verificable. El Centro Carter, organización no gubernamental con experiencia en la observación electoral, también ha solicitado la publicación de los resultados detallados para completar su misión de verificación.

El presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, ha adoptado una postura más cautelosa, esperando a que se cuente el 100% de los votos antes de reconocer los resultados. Sin embargo, la Cancillería mexicana ha enfatizado la importancia de un proceso transparente y la necesidad de respetar la voluntad del pueblo venezolano.

En medio de estas tensiones, el presidente del CNE, Elvis Amoroso, confirmó oficialmente la reelección de Maduro para un tercer mandato. Maduro, en su discurso de aceptación, desestimó las acusaciones de fraude y afirmó no tener "ningún cargo de conciencia", asegurando que había dormido "como un bebé" tras su victoria.

El gobierno venezolano ha atribuido el retraso en la entrega de resultados a un supuesto ataque informático, señalando a opositores como responsables. Sin embargo, no se han presentado pruebas concretas que respalden esta afirmación. La situación ha generado un clima de incertidumbre y tensión en el país, con protestas y cacerolazos en varios barrios de Caracas.

Estas elecciones eran vistas como un referéndum sobre la continuidad del proyecto revolucionario de Maduro. La comunidad internacional esperaba que un proceso electoral transparente pudiera normalizar la vida política en Venezuela y aliviar el aislamiento internacional del país, marcado por sanciones económicas que afectan gravemente su economía.

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