Descarga gratis nuestra App

La cena de Nochebuena de 1959: el gesto “humilde” que el castrismo convirtió en postal propagandística

Redacción de CubitaNOW ~ jueves 25 de diciembre de 2025

Article feature image
Con foto e información de Periódico Cubano

La noche del 24 de diciembre de 1959, Fidel Castro protagonizó una escena que, con el paso del tiempo, el relato oficial ha intentado vender como un símbolo de cercanía con “el pueblo”. En el batey de Soplillar, en plena Ciénaga de Zapata, el líder revolucionario cenó a oscuras con carboneros y campesinos de la zona en una puesta en escena cuidadosamente diseñada para la foto y la épica.

Aquel encuentro no fue espontáneo. Castro llegó acompañado por figuras clave de su círculo y de la estructura de poder que entonces se consolidaba: el capitán Antonio Núñez Jiménez, director del INRA; el comandante Pedro Miret, ministro de Agricultura; Celia Sánchez, su secretaria y una de las personas más influyentes de su entorno; además del guajiro Rogelio García y varias familias del lugar. La velada, según se ha contado, incluyó décimas y versos “revolucionarios” centrados en la reforma agraria y en las nuevas leyes que la Revolución prometía impulsar.

En ese momento, Cuba atravesaba una transición política y económica. El nuevo régimen apenas cumplía un año y todavía no había cerrado por completo el cerco sobre la economía y la vida social. La Ley de Reforma Agraria ya estaba en marcha, pero sus consecuencias más severas aún no se habían desplegado con toda su fuerza. Persistían dinámicas comerciales, el pequeño productor mantenía cierta autonomía y muchas empresas continuaban funcionando con relativa normalidad.

Con los años, la propaganda oficial insistió en recordar aquella Nochebuena como un acto de humildad. Incluso se ha ironizado —desde medios afines al gobierno— sobre la supuesta sencillez del menú y la idea de que todo habría sido comprado localmente. Pero la lectura crítica apunta a otra dirección: aquella cena funcionó como un recurso teatral para legitimar un poder que estaba en proceso de blindarse.

Lo más significativo vino después. A medida que el control estatal se expandió, celebraciones como la Nochebuena, los Reyes Magos y las bodas religiosas quedaron estigmatizadas. Practicar la religión pasó a considerarse “poco revolucionario”, y muchas personas fueron apartadas de oportunidades laborales o políticas por mantener esas costumbres.

Durante décadas —los 60, 70, 80 y buena parte de los 90— el calendario simbólico del país se reordenó: mientras la Navidad desaparecía del espacio público, el 1ro de enero se consolidaba como la gran fecha oficial, vinculada al triunfo revolucionario.

No fue hasta 1998, con la visita del papa Juan Pablo II, que el 25 de diciembre volvió a ser festivo en Cuba y la Navidad recuperó, al menos parcialmente, un lugar en la vida social.

Aun así, cada año el castrismo vuelve a desempolvar la imagen de Soplillar para alimentar la narrativa del “líder cercano”. Para sus críticos, en cambio, se trató de un gesto calculado: el poder posando con la pobreza, mientras el país avanzaba hacia un modelo que terminaría multiplicando carencias y apagando tradiciones.


Recomendado para ti

Tambien te puede interesar