La desesperación y el cansancio estallaron anoche en el Albergue Estatal del Reparto Antonio Guiteras, en La Habana del Este, conocido popularmente como “La Aldea”.

Los vecinos, hartos de vivir entre montañas de desechos que Comunales no recoge desde hace días, decidieron prender fuego a la basura acumulada como forma de protesta contra el abandono oficial.

El hecho fue difundido en redes sociales por el perfil de Facebook La Tijera, que recogió testimonios de los residentes. Muchos de ellos son damnificados de derrumbes en La Habana Vieja, trasladados allí hace más de 20 años con la promesa de que serían reubicados en viviendas dignas.

Sin embargo, esas promesas se han convertido en palabras vacías mientras el Estado prioriza la construcción de hoteles para turistas.

La protesta ocurrió después de pasar todo un día sin electricidad, lo que agudizó aún más el sentimiento de abandono.

Para estas familias, el fuego fue un grito desesperado: un “¡Basta!” a la indolencia gubernamental.

La situación en “La Aldea” no es un caso aislado. En toda Cuba, los vertederos improvisados se multiplican en las calles debido a la ineficiencia de los servicios comunales y a la falta de transporte y combustible para la recogida de desechos.

Los residentes conviven con olores nauseabundos, focos de mosquitos y ratas, lo que convierte la basura en un problema de salud pública.

Por otro lado, los albergues estatales, creados como solución temporal para los que pierden sus viviendas en derrumbes o desastres, se han convertido en prisiones del olvido.

Miles de familias llevan décadas esperando por una casa que nunca llega, sobreviviendo en condiciones precarias, hacinados y sin esperanzas de cambio.

La protesta en La Habana del Este refleja un malestar que se extiende por todo el país: el sentimiento de que los ciudadanos han sido relegados al último lugar de las prioridades estatales. Mientras los discursos oficiales hablan de avances y proyectos turísticos, la realidad en los barrios muestra miseria, abandono y descontento popular.

El fuego en “La Aldea” no solo consumió basura, sino también la paciencia de un pueblo que, cada día más, se atreve a alzarse contra la desidia del sistema.

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