Un nuevo video difundido por jóvenes cubanos, compartido en el perfil de Facebook de Árbol Invertido, pone en evidencia la profunda desigualdad en el acceso a servicios básicos en Cuba. Las imágenes muestran barrios de La Habana afectados por apagones de 10 a 13 horas diarias, mientras en otras provincias los cortes superan las 20 horas, dejando a la población sin electricidad y, en muchos casos, sin agua durante largos períodos.

En contraste, la Plaza de la Revolución y las estatuas de figuras históricas permanecen iluminadas toda la noche, reflejando una priorización de los símbolos del poder sobre las necesidades de la ciudadanía. “Estamos oscuros porque la Plaza está alumbradita”, señalan los jóvenes en el video, evidenciando la ironía de un país donde la élite tiene garantizada la luz, mientras millones de personas viven en condiciones precarias.

La situación se agrava por la revelación reciente del New York Times, que indica que parte del petróleo enviado a Cuba desde Venezuela no se destina al consumo interno, sino que se revende en el mercado internacional para generar divisas. Este combustible podría aliviar los apagones y mejorar servicios básicos, pero termina reforzando los ingresos de la cúpula del régimen, sin rendición de cuentas ni transparencia.

La publicación de Árbol Invertido destaca que este panorama no solo refleja problemas técnicos o económicos, sino también una estrategia política de control y propaganda. Mientras los barrios sufren la falta de electricidad, el régimen mantiene iluminados sus símbolos y monumentos, enviando un mensaje de poder y estabilidad que contrasta con la realidad del pueblo.

Los comentarios de los internautas reflejan frustración y descontento: denuncian que los apagones afectan la vida cotidiana, la educación, el trabajo y la salud mental de los habitantes, mientras que las decisiones del gobierno parecen orientadas únicamente a preservar su imagen y mantener privilegios.

Esta denuncia se suma a la creciente preocupación de la población por el manejo de recursos básicos y evidencia una tensión permanente entre las necesidades del pueblo y las prioridades de un régimen que sigue priorizando control, propaganda y beneficios propios sobre bienestar ciudadano.

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