Jornada de arrestos y valentía; el intelectual Jorge Fernández Era recuerda el día 18
Redacción de CubitaNOW ~ domingo 21 de diciembre de 2025
La doctora Alina Bárbara López Hernández y su hija así como el intelectual Jorge Fernández Era fueron detenidos el pasado día 18 antes de llegar al parque de La libertad en pleno corazón de Matanzas, por el solo hecho de defender su libertad de expresión.
A pocos días de aquel suceso Fernández Era reflexiona los silencios, las arbitrariedades y la persistencia del miedo sembrado. Después de meses sin asistir a las protestas de los 18, decidió esta vez volver a las calles. No era un día cualquiera, y algo en su intuición le exigía estar presente.
"Hacía varios meses que, por diversas razones, no salía a la protesta de los 18. Se hizo común que en cada uno de ellos publicara solo al mediodía mi hoja de ruta, así les daba contenido de trabajo a los acosadores, quienes, con una consagración congénita, hacen en esa jornada lo que la Perica: levantarse muy temprano y plancharse la camisa.
"Había que obrar diferente. Salí de casa a las cinco de la madrugada, a las ocho y veinte arribé a Matanzas y a las nueve en punto crucé hacia el Parque de la Libertad. Ocupé un banco frente a la estatua de Martí. Alina y yo nos habíamos puesto de acuerdo para encontrarnos.
"Alina no aparecería. Aproximadamente a las diez y cuarto decidí averiguar qué había sucedido y me dirigí hacia su casa de El Naranjal. En la Plaza del Mercado estaban parqueados dos carros patrulleros. No les molestó mi presencia. Llegué al apartamento y me abrió Lili.
"Decidimos partir juntos hacia la Unidad de la PNR de Playa, donde presumiblemente tenían detenida a Alina. En el estadio Victoria de Girón ya eran dos carros los que patrullaban el jardín central. No estaban allí para desentrañar quién robó a los peloteros del equipo de Matanzas, sino para tirar un guantazo y capturarnos de flai. Un reforzado equipo de tres uniformados nos escoltó hasta la Unidad de la Policía. Sonreímos cuando el chofer le preguntó a un jefe: ´¿A quién entrego?´.
"A mí me enviaron a un patio de diez por dos metros flanqueado por un muro, con rejas en lo alto y expuesto al sol. Me entretuve matando larvas de mosquitos en uno de tantos charcos inmundos, mientras disfrutaba del alegre chapoteo de una rata en un destapado registro de aguas albañales. En un momento dado, después de huir del incómodo banco y sentarme sobre una cubeta de limpiar —ya no aguantaba los rayos del astro rey—, pregunté por un baño. Una oficial me respondió que el patio era una celda más, su baño era el propio piso.
"Oí unos gritos. Identifiqué a Alina. En una oficina del piso superior despotricaba contra la injusta detención y exigía se acabara de definir qué pasaba con ella. ´¡Alina, soy yo, Jorge, estoy aquí!´. Se asomó a la ventana y clamó mucho más fuerte por la liberación de los presos políticos. No menciono todos los epítetos que utilizó, ella puede contarlo mejor. La secundé pidiendo su libertad y la de su hija. El policía que me custodiaba me rogó hacer silencio"
Fernández Era continúa su relato sobre su traslado a otra celda, una charla un tanto difícil, pero civilizada, con una oficial que me manifestó, entre otra perlas, que en Cuba no se violaban los derechos de los ciudadanos, y que la policía cubana era "la más humana del mundo"; que por menos gritos que los que había proferido Alina y que yo repliqué, en otro país nos hubieran caído a golpes.
"Si en esta Unidad se violaran los derechos humanos, no le ofreceríamos un almuerzo que usted rechazó ni lo hubiéramos colocado en La Solera, la mejor de las celdas».
"No hago más larga la narración: el ´especial´ trato incluyó enviarnos un médico que por separado nos tomó la presión e hizo preguntas sobre el estado anímico. Yo estaba por las nubes después de confirmar que se me entregó una suite.
"A las cuatro de la tarde me anunciaron que estaríamos pronto en libertad. No fue así. La orden de arriba, evidentemente trasladada por un oficial de la Contrainteligencia que llegó en un automóvil con logo del G2, era soltarnos por la noche, solo cuando la Asamblea Nacional concluyera el vaticinio sobre el próspero futuro que se acerca.
"Salimos convoyados con actas de advertencia que ninguno de los tres firmó. En la mía me comprometía a no participar en manifestaciones que alteraran el orden público y a no ofender de palabra a nuestras gloriosas fuerzas del orden"
Finalmente Jorge Fernández Era pusio de manifiesto su orgullo de poder acompañar a la profesora Alina, tanto en su protesta pacífica como en una unidad de la PNR.
"Su tenacidad, inteligencia, dignidad y valentía son dignas de imitar. Es inconcebible que en una ciudad como Matanzas, que sufre alumbrones de cuatro y hasta dos horas diarias, unos pocos la acompañen en su protesta. Es mucho el miedo sembrado y el daño a la capacidad de pensar"
Del perfil de Jorge Fernández Era