El reciente ataque contra Enrique Pérez Fumero, periodista oficialista y profesor universitario en Santiago de Cuba, revela una verdad cada vez más insoportable: la sociedad cubana atraviesa un colapso ético y social profundo, donde la violencia se ha naturalizado y el silencio institucional pesa más que la vida de un ciudadano. érez Fumero, trabajador de la emisora estatal CMKC, fue brutalmente golpeado por presuntos delincuentes en una esquina de la ciudad por un par de zapatos, un teléfono y una billetera. Hoy está hospitalizado con fractura de cráneo y el rostro destrozado.

Pero este no fue solo un asalto. Fue una expresión clara de la descomposición de una nación donde ya ni siquiera los que sirven al sistema están a salvo. Y lo más alarmante: ningún medio oficial, ni siquiera su propia emisora, ha emitido una palabra. No hay nota de prensa, no hay condena pública, no hay solidaridad institucional.

El ataque, que familiares no descartan haya tenido motivaciones homofóbicas por la brutalidad con la que fue ejecutado, se suma a una lista creciente de agresiones, robos y crímenes que ocurren diariamente en una Cuba marcada por la escasez, la desesperanza y la impunidad.

Santiago de Cuba, en particular, se ha vuelto un foco de inseguridad donde los ciudadanos viven con miedo, sin protección real y sin voz.

“Nos dijeron que la Revolución era para los humildes, pero los humildes mueren por un celular.” Así lo denuncian ciudadanos en redes, ante el vacío informativo impuesto desde el poder.

Lo que está ocurriendo no es solo una tragedia personal, es el reflejo de una sociedad donde la represión política ha dejado paso al caos y donde la dignidad humana pierde valor frente al control ideológico y al colapso económico.

El caso de Enrique no puede cerrarse con otro manto de silencio. Es necesario exigir justicia, no solo por él, sino por cada cubano que hoy sufre en carne propia la decadencia de un sistema que no ofrece ni seguridad, ni libertad, ni respeto. Si la prensa oficial calla, si las autoridades callan, queda en manos de la ciudadanía levantar la voz.

Porque hoy fue Enrique. Mañana puede ser cualquiera.

Del perfil de Yosmany Mayeta

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