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Influencer cubano revela la cruda realidad de las escuelas de conducta en Cuba

Redacción de CubitaNOW ~ domingo 6 de julio de 2025

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El debate sobre las llamadas escuelas de conducta en Cuba —instalaciones apenas visibles en la discusión pública— ha cobrado fuerza tras el testimonio del influencer El Kende de Cayo Hueso, quien compartió su experiencia en una de estas instituciones durante su participación en el programa Esto no es un podcast. Su relato, crudo y directo, pone en evidencia un sistema que, según denunció, “no da clase alguna” y condena a los menores a un futuro incierto.

El exalumno describió un régimen de tipo militar, con internamiento de domingo a viernes, permisos breves condicionados al comportamiento —“pase de premio si el comportamiento es ‘aceptable’”— y apenas 36 horas en casa antes de regresar a primera hora del domingo.

La escolarización formal, según sus palabras, es prácticamente inexistente: “Un día te dicen que ya estás en séptimo, después en noveno… sin haber abierto un libro”, refirió, en alusión a una promoción automática que se produce sin proceso educativo real. La denuncia se suma a otros testimonios en el mismo espacio, donde se describe un ambiente deteriorado, con adolescentes fumando pese a llevar pañoleta roja y educadores que, según se dijo, “venden alcohol a estudiantes universitarios”.

Tras haber sido encarcelado por su participación en las protestas del 11 de julio de 2021, El Kende reside actualmente en Miami, desde donde continúa compartiendo las carencias de su generación y denunciando lo que él considera una estructura punitiva encubierta bajo el discurso de la reeducación.

Sus declaraciones encuentran eco en normativas vigentes dentro del sistema jurídico cubano. El Decreto 64/82, aún en vigor, permite el internamiento de menores de 16 años por “problemas de conducta”, una medida que, según advierten especialistas, se ha aplicado en ocasiones como castigo político ante actitudes críticas de adolescentes hacia el régimen.

Investigaciones de medios independientes han calificado a estos centros como “pequeñas cárceles”, donde el maltrato físico y psicológico son parte del día a día, dejando secuelas profundas desde edades tempranas.

Con su testimonio, El Kende no solo arroja luz sobre una realidad silenciada, sino que introduce una pregunta inquietante en el centro del debate:

¿Cuántos menores continúan atrapados en instituciones que, lejos de rehabilitarlos, les arrebatan su futuro desde la raíz?


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