En Cuba, donde cada rincón sanitario debería ser un refugio para la vida, hay escenas que sólo pueden describirse como infames. Una imagen enviada al periodista Alberto Arego ha vuelto a encender las alarmas sobre el estado del sistema de salud: basura acumulada junto a la sala de hemodiálisis del Hospital "Arnaldo Milián Castro", en Villa Clara.

La fotografía, tomada por una fuente que prefirió mantenerse en el anonimato por temor a represalias, muestra la insalubridad que rodea a pacientes que acuden a este centro en busca de una oportunidad para sobrevivir. “Esto es inhumano y vergonzoso. Cuba no se merece esto”, expresó un ciudadano español que ama la Isla y decidió romper el silencio.

La denuncia no es nueva, pero persiste. Desde hace semanas, Arego ha estado publicando reportes sobre la situación crítica de esta sala. Fallos en las máquinas, suciedad visible, y ahora, basura al alcance de los pacientes. “La basura sigue al lado de los enfermos, no ha habido cambios”, confirmó otra fuente local.

Esto no es un tema de recursos bloqueados ni de medidas coercitivas externas. Lo que está en juego aquí es la dignidad humana, el deber moral del personal y la responsabilidad estatal. “Eso no es bloqueo. Es falta de control, higiene, corazón y empatía”, denunció otra voz indignada.

"Los enfermos intentan limpiarse la sangre mientras se les ensucia el alma con el abandono", dijo una usuaria en redes sociales. La frase resume el drama. El dolor no solo está en los cuerpos dañados por la enfermedad renal crónica, sino también en la impotencia que se genera cuando no hay respuesta, cuando el sistema médico abandona incluso los principios más básicos de salubridad.

Los comentarios en las redes sociales reflejan una mezcla de rabia y resignación. “Todos los hospitales están así”, asegura una usuaria. “La ineficacia y la indolencia están al pico de la montura”, escribió otro.

Es evidente que el problema no es aislado. El silencio de las autoridades solo confirma una cadena de negligencias donde el miedo a denunciar se ha convertido en norma.

"Santa Clara no necesita más discursos. Necesita limpieza, respeto y un Estado que actúe como tal." Porque en este momento, en Cuba, muchos no están muriendo solo por enfermedad. También lo hacen por olvido.

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