En San Antonio de los Baños, provincia de Artemisa. Elsito, un joven de apenas 28 años, perdió la vida tras intoxicarse con monóxido de carbono mientras dormía.

La causa: una planta eléctrica encendida dentro de su vivienda, en medio de la oscuridad y la inseguridad que atormentan a miles de cubanos.

Según el reporte compartido en el perfil de Facebook de La Tijera, el joven había decidido mantener encendido el generador durante la noche, temeroso de que le robaran hasta la planta, una posesión cada vez más valiosa en un país donde la electricidad se ha convertido en un lujo.

Sin embargo, los gases tóxicos emitidos por el motor inundaron el pequeño espacio cerrado, y Elsito nunca despertó.

Vecinos y testigos relataron que fue encontrado inconsciente.

Aun cuando fue trasladado con urgencia al hospital local, llegó en paro respiratorio y los médicos no pudieron salvarle la vida.

Su muerte ha conmocionado a toda la comunidad, que lo recuerda como un joven trabajador, amable y siempre dispuesto a ayudar.

Este tipo de tragedias se repiten con alarmante frecuencia en toda Cuba.

Los prolongados apagones, la falta de combustible, el miedo a la delincuencia y la desesperación empujan a las personas a improvisar soluciones que terminan siendo mortales.

La falta de ventilación adecuada, el desconocimiento de los riesgos del monóxido de carbono y el uso de plantas eléctricas dentro de las viviendas conforman una mezcla letal.

Especialistas advierten que nunca se deben encender generadores en espacios cerrados o poco ventilados, ni colocarlos cerca de dormitorios o ventanas.

El gas que emiten no tiene color ni olor, pero basta con pocos minutos de exposición para provocar la muerte.

Hoy San Antonio de los Baños llora a Elsito, otro joven cubano que muere no por accidente, sino por las condiciones extremas que impone una crisis interminable.

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