No hay comida. La electricidad desaparece durante horas o días. El calor abrasa y las enfermedades se multiplican. Cada vez que alguien se atreve a preguntar en voz alta si queda algo de esperanza en Cuba, la respuesta más común es un silencio largo, a veces seguido de un suspiro o una mirada rota.

"No hay ninguna", dicen finalmente, con esa mezcla de dolor y resignación que solo entienden quienes sobreviven en medio del colapso.

Un reciente reportaje de Cubanet recoge estos testimonios en las calles de La Habana. Una madre, con los ojos humedecidos, cuenta que sus hijos cenaron pan con agua con azúcar. “No había más nada. Y mañana ¿quién sabe?".

Otra mujer, sin rodeos, dice lo que muchos piensan pero pocos se atreven a admitir: “Esto es sálvese quien pueda”. Un joven agrega con desánimo: “¿Esperanza? Estamos perdidos”.

“¿Qué esperanza uno puede tener si los apagones duran 40 horas?”, preguntó otro entrevistado. Las provincias del interior como Cienfuegos, Sancti Spíritus y zonas del oriente cubano sufren interrupciones eléctricas que convierten la vida en un infierno. En La Habana, los apagones diarios ya se extienden hasta ocho horas, incluso durante la madrugada. No hay descanso. No hay alivio. No hay respuestas.

El gobierno, mientras tanto, pide paciencia y fe.

Afirma que los apagones son equitativos y que se recuperarán 500 megawatts en los próximos tres años. Pero la gente ya no escucha. La desconfianza es total. ¿500 mg en tres años? ... ¡Y mientras...!Las promesas, vacías. El canal oficial no convence a quienes no tienen ni pan ni luz.

“La esperanza es una palabra bonita, pero aquí ya no significa nada”, dice otro joven. Y esa frase resume el sentimiento colectivo. Una sola entrevistada ofreció un rayo distinto: “Me aferro a Dios y dejo todo en sus manos”. Es lo único que le queda. Pero incluso la fe empieza a desmoronarse bajo el peso de una realidad insoportable.

El pueblo cubano resiste como puede, entre calor, apagones, hambre, dengue y angustia. Lo que más duele no es la escasez, sino la falta de futuro. Y mientras las autoridades insisten en que todo mejorará, el pueblo se pregunta en silencio: ¿cuánto más podemos aguantar?

Fuente: Cubanet

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