La situación en Haití ha alcanzado niveles alarmantes debido al avance implacable de las pandillas, que ya controlan gran parte de la capital, Puerto Príncipe. La representante especial de la ONU, María Isabel Salvador, advirtió que el país caribeño se encuentra “peligrosamente cerca de un punto de no retorno”.

Durante su intervención ante el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas este lunes, Salvador describió un escenario sombrío en el que la violencia continúa extendiéndose a nuevas regiones del país. “La población haitiana vive con un miedo creciente, bajo condiciones de extrema vulnerabilidad, y con poca esperanza en que el Estado pueda responder a sus necesidades más básicas”, señaló.

Salvador subrayó que, sin una intervención internacional decidida y coordinada, el país corre el riesgo de caer en un “caos absoluto”. Las bandas criminales han realizado ataques sincronizados para ampliar su control territorial, dificultando cualquier esfuerzo por parte de las autoridades nacionales o de organismos internacionales para contener la violencia.

Ante este escenario, la representante pidió al Consejo de Seguridad actuar con urgencia para responder a la grave crisis que atraviesa el pueblo haitiano. Además, alertó sobre la crítica situación humanitaria, agravada por la falta de fondos y los recortes en la ayuda exterior, particularmente por parte de Estados Unidos.

La ONU ha reducido su presencia en Puerto Príncipe por razones de seguridad, ya que se estima que las pandillas dominan el 85% de la ciudad. “Si no se garantiza un financiamiento estable, incluso la presencia mínima de Naciones Unidas corre peligro”, advirtió Salvador. La reducción de personal ocurre en un momento en que el país más necesita apoyo internacional.

La violencia no es un fenómeno nuevo en Haití, pero desde mediados de febrero se ha intensificado notablemente. Barrios que anteriormente se mantenían al margen del conflicto han sido blanco de ataques, lo que ha provocado una nueva oleada de desplazamientos y un aumento en los casos de secuestros, asesinatos y violaciones.

Con un Estado debilitado, una población empobrecida y fuerzas de seguridad desbordadas, Haití enfrenta una de sus peores crisis en décadas. Mientras la comunidad internacional debate posibles respuestas, miles de haitianos viven atrapados en medio del conflicto, con cada vez menos esperanza de encontrar una salida.

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