Hacer un flan en Cuba ya es un lujo: 3 mil 400 pesos por un postre
Redacción de CubitaNOW ~ domingo 14 de diciembre de 2025
La creadora de contenido cubana Rosy, conocida en redes como @rossy_guajira_natural, volvió a poner sobre la mesa una realidad cotidiana con un ejemplo tan simple como contundente: cuánto cuesta hoy preparar un flan en Cuba.
Desde su cocina, con cálculos en mano y sin exageraciones, explicó que hacer ese postre tradicional para sus hijos se ha convertido en algo que no puede repetirse con frecuencia. Solo los cuatro huevos de la receta le salieron en 400 pesos cubanos, a 100 CUP cada uno. Y, según contó, ahí apenas empezaba la suma.
A ese gasto le añadió una lata de leche condensada por 600 pesos y un paquete de leche en polvo que le costó 2.400 CUP. El azúcar, dijo, no lo incluyó porque usó la que tenía almacenada en casa, un recurso que muchos guardan como si fuera un bien de primera necesidad.
El total terminó siendo una cifra difícil de ignorar: 3.400 pesos cubanos por un solo flan. Un número que, por sí solo, expone el peso de la inflación y cómo la escasez va empujando incluso los gustos más sencillos fuera del alcance de muchas familias.
“Esto no es algo que se pueda hacer siempre, imagínense ustedes”, comentó Rosy en el video, dejando claro que no se trata de un capricho, sino de intentar darles a los hijos un detalle básico en medio de una economía que castiga la cocina diaria.
El cierre, además, fue tan cubano como revelador: el flan duró lo que dura la alegría en tiempos duros. Los muchachos se lo comieron tan rápido que ni siquiera alcanzó para grabarlo completo. “No me dio tiempo, desapareció”, dijo entre risas, usando el humor como escudo.
La publicación generó reacciones inmediatas porque muchos se vieron reflejados en la escena. Más que una anécdota, el cálculo de Rosy resume una sensación extendida: cada vez cuesta más cocinar, improvisar y sostener la mesa, mientras los salarios quedan atrás.
En un país donde se habla de planes y cifras, un flan puede costar más de lo que algunos ganan en semanas. Y en esa brecha —entre precios que suben y bolsillos que no alcanzan— hasta lo dulce termina pareciendo un privilegio.