A Roberto Blanco no lo dejan vender las flores que él mismo siembra. Roberto es un humilde productor de flores en Nueva Gerona, Isla de la Juventud, Cuba. Su trabajo es simple: sembrar, cuidar y vender flores.

Pero en la Cuba actual, ni eso se le permite hacer en paz. Las autoridades del régimen no le autorizan vender sus flores libremente en la ciudad. No hay razón clara ni justificación lógica, simplemente “no les da la gana”.

Este productor ha sido multado en varias ocasiones, con cifras absurdas que van desde los 5000 hasta los 16 000 pesos cubanos. Todo esto, en un país donde el salario promedio mensual apenas alcanza los 3000 pesos. Es decir, lo castigan con multas que equivalen a varios meses, incluso años, de salario de un cubano promedio.

Cansado y molesto, Roberto expresó su indignación: “A la Robo-ilusión no le bastó destruir la economía número 29 del mundo y el mayor exportador de azúcar del planeta con las expropiaciones, y siguen jodiéndole la vida al pueblo cubano.”

La situación ha llegado al punto de que el gobierno ahora le cierra el local donde vendía sus flores. Su única fuente de sustento está siendo bloqueada sin compasión. Pero Roberto no piensa quedarse callado:

“No estoy dispuesto a permitir este atropello. Que alguien lo comunique a los grandes comunicadores cubanos en el exterior. Estoy dispuesto a hacer un live con cualquiera de ellos.”

Esta es solo una historia más en la larga lista de abusos diarios que sufren los emprendedores y trabajadores por cuenta propia en la Isla. En Cuba, sembrar y trabajar no es garantía de progreso, sino un riesgo de castigo. Y mientras tanto, el pueblo sigue pagando las consecuencias de un sistema que aplasta la iniciativa personal.

¡Qué abusadores!

© La Tijera

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