La final de la Triple-A en Estados Unidos vivió este sábado una de esas noches que quedan grabadas en la memoria. Los Camarones Jumbo de Miami (Jacksonville) derrotaron 8-7 a los Aviators de Las Vegas en un partido de pura adrenalina, decidido con un cuadrangular en la parte baja del noveno inning que dejó al campo a los visitantes. 

El dramatismo alcanzó su clímax en la alta del noveno episodio, cuando el público quedó en silencio y luego estalló en asombro: un muchacho nacido en Hialeah, de raíces cubanas, Bryan Labastida, disparó un jonrón monumental que volteó el marcador a favor de los Aviators. Parecía que Las Vegas se llevaba la corona ante su público.

 Pero la historia reservaba un giro aún más intenso. En el cierre del mismo inning (pues Jumbo era home team), con corredores en base, los Camarones respondieron con un batazo de vuelta completa que selló el 8-7 definitivo y desató la locura en el estadio. El título se quedaba en Florida tras una de las remontadas más emocionantes que se recuerden en la categoría. 

En medio de la tensión y los batazos decisivos, la presencia cubana volvió a ser noticia. El jardinero Víctor Mesa Jr. impulsó una carrera clave con un doble en la quinta entrada, contribución que mantuvo a su equipo siempre en la pelea y que, a la postre, resultó fundamental para sostener la esperanza hasta el último out. 

Más allá de la estadística, Mesa Jr. encarnó el espíritu de lucha y el talento de la nueva generación de peloteros cubanos que buscan abrirse paso en el béisbol estadounidense. Su actuación, junto al vibrante desenlace, convirtió esta final en una verdadera joya para la Triple-A y reafirmó que la pasión latina sigue dejando huella en los diamantes de Estados Unidos.

Recomendado para ti