El reciente informe sobre la exportación de más de 30 millones de unidades de huevos en febrero desde República Dominicana hacia Cuba pone de manifiesto la incapacidad del régimen cubano para garantizar la producción de un alimento básico para la población. Este hecho resulta aún más alarmante si se considera que República Dominicana, con una extensión territorial de apenas 48,442 km² (menos de la mitad del territorio cubano) y condiciones climáticas similares, es capaz de autoabastecerse y convertirse en un exportador clave en el Caribe.

La crisis de la producción avícola en Cuba no es nueva. Durante décadas, el gobierno cubano ha intentado justificar el desabastecimiento con excusas como el embargo estadounidense o problemas coyunturales, cuando en realidad es resultado de la ineficiencia del modelo estatal de planificación centralizada. Mientras que en República Dominicana el sector privado, en conjunto con el Estado, ha impulsado la producción avícola hasta niveles que superan la demanda interna, en Cuba las granjas estatales se encuentran en un estado deplorable, con infraestructura obsoleta, mala gestión y un acceso limitado a insumos básicos como alimento balanceado para las aves.

El crecimiento del sector avícola dominicano es notable. Según Miguel A. Lajara, de la Asociación Dominicana de Avicultura (ADA), el país cuenta con más de 25 plantas incubadoras y una producción de más de 700,000 pollos diarios. Además, se ha logrado un incremento del 26 % en la producción de pollos y un aumento en la cantidad de gallinas reproductoras, lo que les permite abastecer su mercado interno y aún así exportar grandes volúmenes a países como Cuba. En contraste, en la isla caribeña el ciudadano promedio debe enfrentarse a largas filas para comprar huevos, cuando están disponibles, y muchas veces solo se pueden adquirir a precios exorbitantes en el mercado negro.

El gobierno cubano, en lugar de fomentar un sector avícola eficiente y productivo, ha mantenido un férreo control sobre la producción y distribución de alimentos, lo que ha provocado desabastecimiento y dependencia de las importaciones. El hecho de que un país más pequeño, con menos recursos naturales y las mismas limitaciones climáticas, logre exportar masivamente huevos a Cuba expone la total incompetencia del modelo económico cubano.

Cabe destacar que la importación de estos 30 millones de unidades ha significado un gasto superior a los 20 millones de dólares para Cuba. Una cifra que, en un sistema eficiente, podría haberse invertido en mejorar la producción local en lugar de beneficiar a productores extranjeros. Mientras República Dominicana se posiciona como un referente en la producción avícola en América Latina, Cuba sigue retrocediendo en su autosuficiencia alimentaria y aumentando su dependencia de importaciones para cubrir necesidades básicas de la población.

El problema de fondo no es la falta de recursos ni el embargo estadounidense, como suele argumentar el gobierno cubano, sino la falta de voluntad para permitir que el sector privado impulse la producción local. Mientras el régimen continúe con sus políticas restrictivas, la producción nacional seguirá siendo insuficiente, obligando al país a depender de la importación de un producto que, en condiciones normales, debería estar al alcance de todos los cubanos.

La incapacidad de Cuba para garantizar huevos a su población es solo un síntoma más de un sistema fracasado que ha llevado al país a un estado de crisis perpetua. Mientras tanto, los cubanos seguirán pagando las consecuencias de un modelo que prefiere controlar y restringir antes que producir y garantizar el bienestar de su gente.

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