Mientras millones de cubanos enfrentan una aguda crisis económica, sin acceso estable a alimentos, medicinas, transporte ni electricidad, la dictadura cubana sigue despilfarrando recursos en viajes internacionales improductivos. Esta vez, el protagonista del derroche es Gerardo Hernández Nordelo, exespía cubano y actual coordinador nacional de los Comités de Defensa de la Revolución (CDR), quien desarrolla una gira por Italia como parte de un programa de propaganda internacional.

El “Héroe de la República de Cuba”, como lo denomina el régimen, ha sido visto en Roma participando en encuentros con organizaciones afines, acompañado por la embajadora cubana en Italia, Mirta Granda, y el presidente de la Asociación Nacional de Amistad Italia-Cuba, Marco Papacci. Hernández se reunió con miembros de grupos de izquierda como la Asociación Nacional de Partisanos de Italia (ANPI), cuya directiva reiteró su respaldo a la llamada Revolución y su rechazo al embargo estadounidense.

También sostuvo intercambios con figuras como Loredana Macchietti, viuda del periodista Gianni Miná, e incluso concedió entrevistas a medios italianos donde repitió el discurso oficial del régimen sobre el impacto del bloqueo, sin mencionar las responsabilidades internas del gobierno cubano en la devastadora situación que atraviesa la isla.

Durante su visita a la sede diplomática cubana en Roma, Hernández alabó la labor de los CDR, un aparato de vigilancia y control vecinal fundado por Fidel Castro, y reafirmó su compromiso con la defensa del modelo político cubano, a pesar de su evidente colapso.

Lo insólito es que mientras el país se desangra, sus altos funcionarios viajan por el mundo con dinero estatal. La mayoría de los cubanos apenas pueden subsistir con los salarios que no alcanzan ni para comprar una libra de arroz. Los apagones, la falta de combustible, el colapso de los hospitales y la huida masiva de ciudadanos por mar o por Centroamérica son muestras claras de una nación en ruinas. Sin embargo, el régimen prioriza la propaganda exterior por encima de las necesidades básicas de su población.

Estos viajes no generan beneficios tangibles para el pueblo. Son giras políticas destinadas a buscar solidaridad ideológica en el extranjero y maquillar una imagen internacional cada vez más deteriorada. Resulta indignante que mientras una madre cubana no tiene leche para su hijo, un dirigente como Hernández esté paseando por Europa repitiendo consignas revolucionarias que ya no convencen ni dentro ni fuera de la isla.

El caso de Gerardo Hernández en Italia es solo otro ejemplo del divorcio total entre la cúpula del poder cubano y la realidad que vive su pueblo. Mientras los de arriba viajan y se codean con simpatizantes extranjeros, los de abajo siguen atrapados en la miseria cotidiana de un sistema que se niega a reformarse.

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