Las imágenes divulgadas por Plácido Ferreiro Rivero sobre el estado deplorable del cuerpo de guardia del Hospital General Docente "Dr. Agustino Neto", en Guantánamo, han desatado una avalancha de reacciones cargadas de indignación, dolor y vergüenza. Lo que muestran las fotos —pisos ennegrecidos, paredes descascaradas, suciedad acumulada, salideros, mobiliario destruido y ausencia total de condiciones higiénicas— contrasta de forma brutal con la narrativa oficial de “potencia médica”.

A este cuadro se suma un dato clave señalado por residentes de la provincia: "este hospital nunca se terminó realmente desde 1986, año en que fue presentado apresuradamente para una actividad por el 26 de Julio en Guantánamo". Desde entonces, según testigos, no se le ha invertido ni un solo dólar para concluirlo ni para garantizar un mantenimiento básico.

Casi cuatro décadas después, el abandono se puede ver, oler y sentir. Las reacciones públicas reflejan la indignación profunda de un pueblo cansado: “Qué asco, Dios mío.” “¿Por qué el ministro no hace su propaganda aquí? Eso es solo en los lugares decorados para el teatro comunista.” “Esto es desastroso, insalubre.” “Parece ciencia ficción que exista tanta desidia y nadie responda.”

“Yo estuve ingresada ahí varias veces… y créeme: hay cosas peores.” “Esta es la potencia médica… y vamos por más.”

Otros comentarios apuntan al contraste con la propaganda oficial: “¿Por qué el NTV no muestra estas imágenes durante un día? ¿No es esta la realidad de todos los hospitales del país?” La denuncia más fuerte llega de quienes conocen el sistema de dentro hacia afuera: “Esto demuestra la falta de empatía. Los dirigentes no llevan a sus familias a estos lugares. Para ellos hay clínicas especiales, recursos, carros y combustible.”

Mientras tanto, algunas voces intentan justificar el desastre con el discurso del bloqueo, pero la mayoría de los ciudadanos responde con contundencia: “Esto no es bloqueo. Esto es abandono y falta de responsabilidad de quienes dirigen.”

El Hospital "Agustino Neto", que debió ser un centro modelo para Guantánamo, hoy es un espacio que causa horror, miedo e impotencia. Y si así luce su cuerpo de guardia —la puerta de entrada para las urgencias médicas— es fácil imaginar el resto de la institución: salones sin condiciones, baños destruidos, filtraciones, falta de insumos, áreas clausuradas y trabajadores que deben ejercer su labor en condiciones indignas.

Las palabras repetidas en redes lo resumen todo: “Cuba duele.” Y duele más porque este hospital es solo un ejemplo de cómo está el sistema hospitalario en toda la Isla: abandonado, deteriorado, insalubre y totalmente alejado de la realidad que el gobierno intenta vender dentro y fuera del país.

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