El perfil informativo La Tijera y otras publicaciones en redes sociales han puesto en el centro de la polémica de nuevo a Sandro Castro, nieto del histórico dictador cubano, en medio de la crisis humanitaria que dejó el huracán Melissa en el oriente de la Isla.

Según testimonios, los reclamos hacia Sandro giran en torno a la ostentación de bienes de lujo y a la aparente indiferencia ante los damnificados.

Los relatos trascendidos en redes dicen que mientras miles de familias luchan por agua, alimentos y medicinas y permanecen sometidas a apagones y precariedad, la imagen pública de descendientes de la cúpula gubernamental contrasta con la realidad popular.

Ahora el hecho llamativo recae en la exhibición por parte de Sandro de un auto costoso recién llegado, en lo que se traduce en un comportamiento alejado de las urgencias sociales.

El coche en cuestión, un Toyota importado desde Miami, descansa al lado de otro lujoso automovil; un SUV FAW Bestune T55, fabricado en China; ambos parqueados en la entrada del EFE Bar, perteneciente al propio Sandro Castro.

Así disfrutan los descendientes de la cúpula comunista, mientras al pueblo le niegan hasta el derecho de comprar un litro de aceite o una simple cama. ¿Existe realmente el bloqueo, el “bloqueo” que, al parecer, solo bloquea al pueblo y no a los poderosos?

Sandro, el príncipe, con su nuevo juguete; enfrente, el mendigo, cientos de miles de damnificados en las provincias orientales, muchos de los cuales se han quedado sin techo, sin ropa y sin comida.

En la calle, la pregunta se repite con fuerza: mientras la población se esfuerza por sobrevivir y reconstruir, ¿cómo reconciliar el espectáculo de privilegios con la urgencia de socorrer a los más vulnerables?

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