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El transporte, otro fracaso del sistema cubano

Redacción de CubitaNOW ~ sábado 14 de junio de 2025

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En los tiempos pasados de la Cuba pre-revolucionaria, moverse de un lugar a otro era una tarea relativamente sencilla, y los taxis recorrían las provincias sin interrupciones mientras los ómnibus estatales funcionaban como parte del latido de la vida diaria. Sin embargo, hoy la movilidad en la isla se ha convertido en una verdadera odisea, reflejo del paulatino deterioro del sistema de transporte estatal y de las políticas gubernamentales erradas que han agravado la situación.

Si en cualquier parte del mundo esperar el transporte público pone a prueba la paciencia, en Cuba este ejercicio se convierte en un desafío constante. El transporte en la isla es una mezcla de reliquia histórica, prueba diaria de resistencia y un acto de supervivencia urbana.

Las guaguas y almendrones llegan a su destino cuando se les antoja. No cuando deberían. Las esperas son largas, y la capacidad de los vehículos es insuficiente. En este escenario, la creatividad del cubano, famosa por su ingenio, entra en juego: desde motos adaptadas hasta carretillas tiradas por caballos, todo es válido para movilizarse.

Antes de que el servicio de tranvías fuera cancelado en 1952, La Habana se percibía como una ciudad moderna. En la década de los 90, los “camellos”, grandes metrobuses de la crisis económica, se hicieron populares. Se decía que podían transportar hasta 300 personas, pero la realidad era aún más caótica, con frecuencias y capacidades que superaban con creces la cifra. Hoy, menos de la mitad de los ómnibus estatales se encuentran en funcionamiento. En La Habana, solo el 30% de la flota está activa, mientras que en el resto del país, apenas se supera el 50%, con muchos vehículos fuera de servicio debido a la falta de combustible, repuestos o mantenimiento. El resultado: largas esperas, hacinamiento y ciudadanos luchando contra el reloj.

El transporte interprovincial no es mucho mejor. Los ómnibus que realizan estos recorridos son obsoletos, con aire acondicionado que funciona de manera intermitente y paradas técnicas que más bien sirven para estirar las piernas que para ofrecer descanso o alimentos en los desaparecidos "Conejitos".

Los problemas estructurales del sistema son evidentes: un esquema centralizado, la falta de divisas y los ingresos insuficientes para repuestos son algunas de las principales dolencias del sector. A esto se suman las trabas burocráticas que enfrentan los transportistas privados, quienes a menudo se ven obligados a cobrar tarifas cada vez más altas para hacer frente a la escasez.

Recientemente, el gobierno ha intentado remediar la situación promoviendo parches como la legalización de triciclos y motos eléctricas, así como la introducción de los vehículos "gazella" o la renta de ómnibus a portadores privados. Sin embargo, estos son intentos poco estructurados para resolver un problema que ha sido evidente durante décadas. Además, el sistema ferroviario sigue funcionando a medias, las carreteras están en mal estado y los apagones constantes siguen frenando cualquier intento de mejora significativa.

¿Existen soluciones a la vista? El gobierno ha intentado modernizar la flota de transporte, aunque con resultados limitados y casi imperceptibles. Algunos proyectos de colaboración internacional ofrecen una leve esperanza, pero el camino hacia una mejora real es largo y requeriría no solo recursos, sino una reforma estructural que trascienda los parches temporales.

El discurso gubernamental suele culpar al bloqueo estadounidense por la situación, un factor no exento de responsabilidades. Sin embargo, la realidad es que mientras se destinan recursos a la construcción de hoteles, el sector del transporte sigue siendo olvidado. Los ómnibus siguen siendo obsoletos, desmoronándose en las terminales sin que se haga una inversión real para renovarlos.

El deterioro general, la falta de mantenimiento y la escasa disposición para invertir han convertido a la red nacional de transporte en una suerte de esperanza suspendida. Los cubanos se movilizan como pueden, sorteando obstáculos, pero siempre con la esperanza de que “todo tiempo futuro será mejor”.


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