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El legado controvertido de Mijaín López y la propaganda del régimen

Redacción de CubitaNOW ~ miércoles 7 de agosto de 2024

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En un escenario olímpico donde los atletas deberían ser celebrados por sus méritos deportivos, el régimen cubano ha convertido la victoria de Mijaín López en una herramienta de propaganda política. El luchador grecorromano ganó su quinta medalla de oro en los Juegos Olímpicos de París 2024, un logro histórico que ha sido usado por el presidente Miguel Díaz-Canel y otros líderes del régimen para fortalecer su narrativa de resistencia y triunfalismo, mientras el pueblo cubano sigue sufriendo las consecuencias de un gobierno represivo y autoritario.

Díaz-Canel no tardó en utilizar la victoria de López como un símbolo de la "grandeza" del sistema cubano. A través de una videollamada y mensajes en redes sociales, el presidente no dudó en alabar a López, afirmando que su triunfo era "el suceso más importante de esta Olimpiada" y una muestra del espíritu indomable del pueblo cubano. Este tipo de retórica, que intenta equiparar el éxito individual de un atleta con la supuesta fortaleza del régimen, es una táctica conocida para desviar la atención de las numerosas crisis que enfrenta el país, desde la escasez de alimentos hasta la represión política.

Mijaín López, por su parte, ha sido un firme defensor del régimen. Su lealtad a las autoridades cubanas quedó en evidencia no solo en sus declaraciones públicas, sino también en sus acciones. Durante los Juegos Panamericanos de Santiago de Chile, López agredió a un joven cubano que protestaba contra el régimen, mostrando así su apoyo incondicional a un sistema que continúa oprimiendo y empobreciendo a su propio pueblo. Este incidente, lejos de ser una mancha en su carrera, fue ignorado y hasta justificado por las autoridades cubanas, quienes prefieren destacar la "firmeza revolucionaria" de sus atletas por encima de cualquier principio de justicia y derechos humanos.

La historia de Yasmani Acosta, el rival de López en la final olímpica, resalta aún más las contradicciones del sistema deportivo cubano. Acosta, quien tuvo que abandonar Cuba para poder competir a nivel internacional, representa a muchos otros atletas que no han tenido más opción que exiliarse debido a la falta de oportunidades y la competencia desleal dentro del país. Mientras López es glorificado por su lealtad al régimen, otros como Acosta son forzados a buscar su futuro lejos de su tierra natal, víctimas de un sistema que no tolera la independencia y el mérito personal.

El uso de los logros deportivos como herramienta de propaganda no es nuevo en Cuba. Desde los tiempos de Fidel Castro, el régimen ha buscado en los éxitos deportivos una manera de legitimar su gobierno y proyectar una imagen de fuerza y resiliencia. Sin embargo, esta manipulación de los atletas y sus triunfos solo sirve para enmascarar la realidad de un país sumido en la pobreza y la represión. La verdadera grandeza del deporte debería residir en su capacidad para inspirar y unir a las personas, no en ser un instrumento de control y opresión.

En última instancia, el legado de Mijaín López estará siempre marcado por su apoyo a un régimen que ha causado tanto sufrimiento a su pueblo. Mientras él celebra sus victorias con el respaldo de las autoridades, millones de cubanos continúan luchando por sobrevivir en un país que les niega sus derechos más básicos. La politización del deporte en Cuba es una trágica realidad que refleja la profunda disfunción de un sistema que prefiere glorificar a unos pocos mientras ignora las necesidades y aspiraciones de la mayoría.

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