El carbón vegetal se convierte en la “salida de emergencia” para la supervivencia en la Cuba de 2025
Redacción de CubitaNOW ~ martes 9 de diciembre de 2025
En el valle del Yumurí, el panorama está dominado por el humo. Entre hornos rudimentarios y el sonido del machete, decenas de hombres se dedican a transformar árboles en carbón vegetal, un recurso que ha adquirido un estatus de supervivencia en la Cuba del 2025.
Esta labor, que históricamente fue un oficio rural, se ha transformado en la única salida de emergencia. Con la agricultura estancada, los cortes de energía interminables y la escasez de empleos formales, la producción de carbón es, según relató el periodista Raúl Navarro González al diario Girón, la única actividad que genera ingresos rápidos.
En el campo, los trabajadores terminan cubiertos de hollín, custodiando hornos encendidos toda la noche y respirando humo constante a cambio de una mínima remuneración. En contraste, las familias en la ciudad llegan a gastar hasta 3,000 pesos mensuales solo para las tareas básicas como calentar leche o preparar café, ya que el gas escasea y la electricidad es intermitente.
Lo que alguna vez fue un subproducto rural, ahora es un negocio de escala nacional. La aparición de intermediarios especuladores y precios exorbitantes en el mercado informal que abastece a los hogares urbanos es la prueba de cómo la necesidad ha reestructurado la economía. Detrás de cada bolsa de carbón hay una historia de deterioro: campesinos que talan árboles al no poder sembrar, y el humo que enlaza la miseria del campo con la desesperación de la ciudad.
“El carbón —este involuntario regreso al pasado— se ha vuelto el único sostén de la vida en medio de la oscuridad”, escribió Navarro. Esta descripción revela la profunda crisis energética y económica que consume a la nación.
Sin embargo, el repunte del carbón no solo es impulsado por la demanda doméstica, sino también por los intereses comerciales del régimen. En los últimos meses, Cuba ha aumentado sus exportaciones de carbón, una medida que contrasta con la escasez interna y ha agudizado el descontento ciudadano. Esto expone un sistema donde la prioridad es la venta al exterior, por encima de la subsistencia de su propia gente.
La paradoja se hizo tangible cuando funcionarios en Las Tunas entregaron carbón y ventiladores como “premio” a peloteros, un gesto que muchos percibieron como un reflejo absurdo del colapso. Este recurso rural se ha convertido en una moneda de uso práctico, valorada por todo cubano que lucha por mantener su cocina operativa.
El carbón, que evoca un pasado de precariedades, es hoy el combustible de la Cuba actual, impulsado por el sudor, el humo y la necesidad, mientras que la electricidad sigue siendo un lujo inalcanzable y la desesperación, una constante nacional.