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Dolarización de ETECSA: implicaciones económicas y sociales del acceso a las telecomunicaciones en Cuba

Redacción de CubitaNOW ~ sábado 31 de mayo de 2025

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La reciente dolarización de los servicios de ETECSA ha generado una ola de rechazo entre cubanos dentro y fuera de la Isla, que ven en esta medida no solo una injusticia económica, sino una afrenta directa a su dignidad.

Ante el nuevo esquema tarifario, que limita a apenas 360 CUP las recargas en moneda nacional y ofrece paquetes de datos en dólares (como 4 GB por 10 USD o 16 GB por 35 USD), muchas voces se han alzado con firmeza: “No queremos recargas desde el exterior”. Para estos cubanos, la decisión de ETECSA representa un acto de exclusión que convierte el acceso a Internet en un lujo reservado a quienes tienen acceso a divisas, o dependen de familiares emigrados.

"Me niego a pedirles a mis amigos emigrados que le paguen un solo dólar a una ineficiente empresa estatal que practica el jineterismo digital", escribió el crítico Jorge de Mello en sus redes sociales. Su denuncia, que se ha vuelto viral, refleja la sensación de que ETECSA no solo vende servicios, sino que impone una forma de control económico que obliga al exilio a sostener un sistema fallido. Para él y muchos otros, la medida no solo incrementa la desigualdad, sino que también silencia al cubano promedio, al dejar fuera del espacio digital a quienes no pueden pagar.

Desde dentro de la Isla, ciudadanos como el abogado Manuel Viera han manifestado con contundencia su desacuerdo. "No aceptaré que le pongan un puto peso en mi nombre a ETECSA. No quiero recargas. Quiero que ETECSA se muera de hambre", escribió, acusando al monopolio de telecomunicaciones de ser parte de una economía diseñada contra el pueblo. El nuevo modelo no solo mercantiliza el derecho a la conectividad, sino que impone un castigo indirecto al que no recibe remesas, mientras permite a una minoría privilegiada disfrutar de un acceso básico a información, trabajo y educación.

"Esta es una forma de apartheid digital", denunció la activista Saily González desde el exilio. "Nos quieren rehenes de combos, de hoteles y ahora también de datos móviles. Si no paramos esto, mañana hasta el agua costará en dólares". Su propuesta de boicot a las recargas se basa en presionar al régimen desde su punto más vulnerable: la entrada de divisas frescas. No se trata de cortar la ayuda familiar, aclara, sino de negarse a seguir legitimando con dólares un sistema que explota la necesidad.

La rabia crece. No por capricho, sino porque cada paquete de datos es ahora una declaración política. Y cada recarga aceptada se siente como una rendición. Muchos cubanos, con o sin acceso a Internet, ya han tomado una decisión: si el precio de estar conectados es la dignidad, prefieren desconectarse.





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