Un ciudadano uzbeko de 29 años ha sido detenido en Moscú por su presunta implicación en el asesinato del general Igor Kirillov, jefe de las fuerzas de protección nuclear, biológica y química del ejército ruso. La detención fue informada por el servicio de seguridad de Rusia (FSB), que señala que el hombre fue reclutado por los servicios de inteligencia ucranianos.

El asesinato ocurrió el martes, cuando Kirillov falleció a causa de una explosión provocada por un dispositivo colocado en un scooter eléctrico, en las cercanías de un edificio de apartamentos en Moscú. La agencia estatal rusa TASS informó que la operación fue llevada a cabo de forma remota, utilizando un mecanismo de activación a distancia.

El Servicio de Seguridad de Ucrania (SBU) se atribuyó la responsabilidad de la muerte de Kirillov, calificándolo como un "criminal de guerra" y un "objetivo legítimo". La acusación de Ucrania contra el general estaba relacionada con su supuesta responsabilidad en el uso de armas químicas prohibidas, lo cual había motivado una investigación formal contra él por parte de Kiev el día anterior.

El SBU asegura que desde la invasión rusa a Ucrania en 2022, Rusia ha utilizado armas químicas en más de 4.800 ocasiones. A lo largo del conflicto, el gobierno ucraniano ha denunciado el uso de sustancias tóxicas como la cloropicrina, un gas venenoso, en ataques dirigidos a sus tropas. Sin embargo, Rusia ha negado las acusaciones y ha señalado a Ucrania como la responsable del uso de estos agentes.

Kirillov, quien ocupó su cargo desde 2017, fue uno de los principales responsables de estas denuncias, acusando a Ucrania de usar agentes químicos y planificar ataques con sustancias radiactivas. Estas afirmaciones fueron rechazadas por el gobierno ucraniano y sus aliados internacionales, considerándolas como parte de una campaña de propaganda.

Dmitry Medvedev, vicepresidente del Consejo de Seguridad de Rusia, expresó que el ataque contra Kirillov era un intento de Ucrania de desviar la atención pública de sus fracasos militares. Además, prometió represalias contra el liderazgo político y militar ucraniano, afirmando que la "retribución será inevitable".

El asesinato de Kirillov subraya la creciente tensión en el conflicto y las complejas acusaciones de ambos bandos, mientras el gobierno ruso asegura que tomará medidas drásticas en respuesta a este acto.

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