Una operación policial en Ciego de Ávila dejó al descubierto un método tan ingenioso como peligroso para trasladar marihuana hacia La Habana: sacos que, aparentemente, contenían chocolate. Dentro de ellos, las autoridades encontraron varias libras de cannabis listas para ser trasladadas a la capital, lo que condujo al arresto de dos personas vinculadas con el cargamento.

La acción forma parte de un plan nacional para cortar las rutas de abastecimiento que han ido ganando terreno en los últimos años. Aunque las detenciones ya se efectuaron, la investigación continúa abierta para identificar a todos los miembros de la presunta red, así como los puntos de almacenamiento y destino de la droga.

Este caso vuelve a poner sobre la mesa un fenómeno que se expande silenciosamente: el consumo y tráfico de cannabinoides sintéticos y otras variantes de drogas en Cuba. Las autoridades han admitido que en la Isla circulan actualmente decenas de variantes, más de 40, según reportes recientes, muchas de ellas altamente adictivas y con efectos severos sobre la salud, especialmente entre adolescentes y jóvenes.

En las redes sociales, la noticia generó una ola de comentarios. Muchos usuarios exigieron mano dura y penas más severas para quienes se dedican a este negocio, argumentando que no solo lucran con sustancias ilegales, sino que enganchan a los sectores más vulnerables de la sociedad. Otros recordaron que, detrás de cada operación frustrada, hay familias afectadas, jóvenes en riesgo y un problema social que se ha ido profundizando.

También hubo opiniones que pusieron el foco en el contexto general del país. Algunos señalaron que, aunque la lucha contra las drogas es necesaria, no debe opacar otras problemáticas como la falta de higiene en las calles, el deterioro de servicios públicos y la precariedad económica que muchas veces provoca un descontento y decepción generalizados que empuja a algunos a involucrarse en estas actividades.

De cualquier manera, el operativo en Ciego de Ávila confirma que el tráfico de drogas no es un asunto aislado, sino una red que se adapta, se expande y utiliza métodos cada vez más sofisticados. Las autoridades insisten en que continuarán las acciones para desmontar estos grupos, al tiempo que buscan frenar la entrada de nuevas sustancias al país.

Mientras tanto, la población sigue atenta, tomando nota y exigiendo resultados concretos frente a un flagelo que amenaza seriamente a la juventud cubana y al tejido social en general.

Fuente: Guillermo Rodríguez Sánchez

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