Activistas, opositores y comunicadores independientes en Cuba han vuelto a denunciar un patrón de abusos durante detenciones policiales: la desaparición de dinero en efectivo y del saldo telefónico de sus móviles mientras se encuentran bajo custodia de las autoridades. Los testimonios, procedentes de distintas provincias, apuntan a una práctica reiterada que rara vez es investigada o sancionada.

Uno de los casos más recientes es el de Mario Alberto Hernández Leyva, vicepresidente del Movimiento Opositores por una Nueva República. El activista relató que, tras una detención, descubrió que el crédito de su teléfono había sido consumido sin su consentimiento. Días después, en otro arresto, notó la desaparición de más de mil pesos cubanos que llevaba consigo.

Según explicó, al ingresar a la unidad policial conocida como la Sexta, en el municipio habanero de Marianao, los agentes le retiraron sus pertenencias personales, entre ellas el teléfono móvil y la billetera. Al ser liberado, ni el dinero ni el saldo telefónico estaban intactos.

Hernández Leyva afirmó que intentó presentar una denuncia en la misma unidad policial, pero no confía en que exista una investigación real. “Dicen que van a revisar quién se quedó con las cosas, pero es solo para justificar. Nadie devuelve nada y el abuso continúa”, expresó con escepticismo.

Para el expreso político y opositor exiliado Jorge Luis García Pérez, conocido como Antúnez, este tipo de hechos no son excepcionales. Asegura haberlos sufrido y presenciado durante años. A su juicio, no se trata únicamente de un acto de represión, sino de una demostración abierta de poder. “No solo te detienen, te golpean o te amenazan, también te roban. Es una forma de decir que pueden hacer lo que quieran”, denunció.

Un caso similar ocurrió en Holguín, donde el comunicador independiente Julio César Álvarez Marrero fue detenido el pasado 10 de diciembre y permaneció tres días en la unidad policial conocida como El Anillo. Al recuperar su teléfono, su esposa comprobó que el saldo de datos móviles había desaparecido casi por completo, pese a que el paquete había sido adquirido pocos días antes.

Álvarez Marrero también denunció que su teléfono quedó dañado tras la detención. Según explicó, el equipo apenas enciende durante unos minutos antes de apagarse. Un familiar con conocimientos técnicos le indicó que el fallo parece haber sido provocado por una manipulación del software, lo que refuerza su sospecha de que el daño fue intencional.

El periodista considera que el deterioro del dispositivo fue un acto de represalia. “Me dijeron que yo comentaba demasiado, que daba muchos ‘likes’ y que apoyaba a personas que ellos llaman terroristas. Para ellos, el teléfono es como el arma de uno, y querían dejarme sin eso”, afirmó.

Desde la misma provincia, el opositor y periodista independiente Rolando Rodríguez Lobaina también aseguró haber sido víctima de situaciones similares, tanto él como otros colaboradores de la agencia de prensa independiente Palenque Visión, que dirige. Según Lobaina, la sustracción de saldo telefónico se ha convertido en una forma silenciosa de castigo y censura.

Las denuncias coinciden en un punto clave: el saldo móvil y el dinero en efectivo desaparecen mientras las víctimas están bajo custodia estatal, sin que existan mecanismos efectivos para reclamar o recuperar lo perdido. Para los afectados, estos hechos refuerzan la percepción de que la arbitrariedad y la impunidad forman parte del trato habitual hacia la disidencia en Cuba.

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