Nuevos y estremecedores detalles rodean el asesinato de Andrés Cancañón, conocido por todos en su comunidad como “Papito”, ocurrido en el municipio Arroyo Naranjo, en La Habana.

Su cuerpo fue hallado dentro de su vivienda, ubicada en la zona del Café Colón, tras horas de angustia de sus familiares, quienes no lograban comunicarse con él desde la madrugada del domingo.

Según confirmó a Nio una fuente cercana a la familia, el crimen ocurrió entre la madrugada del domingo y la mañana del lunes, cuando el hombre dejó de responder llamadas.

Fue su sobrino quien, preocupado por la falta de contacto, decidió acudir a la casa y descubrió la terrible escena: “Papito” estaba sin vida, amordazado y con signos de haber sido atacado brutalmente.

Todo apunta a que se trató de un robo con violencia y no de un ajuste de cuentas, como se especuló inicialmente.

Sin embargo, lo que más ha indignado a los vecinos es la falta de respuesta policial: la familia denunció que las autoridades tardaron en presentarse, tiempo durante el cual el sobrino tuvo que permanecer en el portal, cuidando la vivienda y evitando que la escena del crimen fuera alterada.

La fuente relató que la familia no recibió apoyo institucional en ese lapso, mientras la comunidad exigía presencia policial ante el temor de nuevos incidentes.

Este crimen se suma a una ola creciente de asesinatos y hechos violentos en varias provincias cubanas, motivados por causas disímiles robos, riñas, conflictos personales pero que reflejan un mismo fenómeno: el deterioro de la seguridad ciudadana y la sensación de desamparo que se extiende en barrios y municipios de todo el país.

El cuerpo de Andrés “Papito” Cancañón fue finalmente sepultado tras varios días en Medicina Legal.

Vecinos y allegados asistieron al sepelio entre el dolor y la impotencia, reclamando justicia y pidiendo que este crimen no quede impune.

El comunicador NiO, a través de su plataforma “Reportando un Crimen”, compartió la noticia en su perfil de Facebook, denunciando la negligencia y la inacción de las autoridades.

Su publicación encendió nuevamente el debate sobre la inseguridad, la falta de patrullaje y la impunidad que marcan la vida cotidiana en muchas zonas de La Habana.

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