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De revolucionario a dictador eterno: Daniel Ortega cumple 80 años aferrado al poder

Redacción de CubitaNOW ~ martes 11 de noviembre de 2025

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El dictador nicaragüense Daniel Ortega, nacido el 11 de noviembre de 1945, cumple 80 años este martes (11.11.2025) aferrado al poder con la misma rigidez con la que ha gobernado durante casi dos décadas consecutivas. Visiblemente enfermo y con un estado físico cada vez más deteriorado, el veterano líder sandinista ha consolidado una de las dictaduras más férreas de América Latina, sostenida en gran medida por el control absoluto que comparte con su esposa, Rosario Murillo, considerada por muchos la verdadera arquitecta del poder en Nicaragua.

Desde su regreso al gobierno en 2007, Ortega ha eliminado toda forma de oposición real. A través de reformas constitucionales, manipulaciones electorales y una represión sistemática, consolidó un régimen en el que el poder político, económico y judicial se concentran en manos de una sola familia. Lo que alguna vez fue un proyecto revolucionario terminó convertido en un sistema de poder autoritario, sostenido por el miedo y la censura.

Rosario Murillo, quien ostenta el título de “copresidenta”, es vista por muchos como la figura dominante del binomio. Con un discurso místico y un férreo control sobre los medios estatales, Murillo ha moldeado la imagen del régimen y construido un culto a la personalidad que mezcla símbolos religiosos con la narrativa sandinista. Sus hijos también ocupan puestos estratégicos, lo que convierte al clan Ortega-Murillo en una dinastía política.

La represión alcanzó su punto máximo en 2018, cuando miles de nicaragüenses salieron a las calles a exigir la salida del mandatario. Ortega respondió con violencia: cientos de manifestantes fueron asesinados y miles encarcelados o forzados al exilio. Desde entonces, la persecución política se ha intensificado. Los principales líderes opositores, periodistas y sacerdotes han sido detenidos, despojados de su nacionalidad o expulsados del país.

A pesar de su frágil salud —se le atribuyen afecciones como insuficiencia renal y lupus—, Ortega mantiene un control absoluto del Estado. En los actos públicos aparece encorvado, con gestos lentos y voz temblorosa, mientras Murillo domina la escena política y mediática. Diversas fuentes afirman que el mandatario recibe tratamiento médico en Cuba y que en su residencia de El Carmen, en Managua, existe un equipo médico permanente preparado para atenderlo de emergencia.

La prolongada permanencia de Ortega en el poder ha destruido el sistema democrático nicaragüense. Las instituciones están sometidas, la prensa independiente ha sido clausurada y miles de ciudadanos han huido en busca de libertad. La Iglesia católica, uno de los pocos sectores que criticó al régimen, también ha sido perseguida: templos cerrados, sacerdotes encarcelados y obispos exiliados.

Hoy, Nicaragua vive bajo un silencio impuesto. Ortega, cada vez más aislado y debilitado, ha convertido su presidencia en una monarquía familiar donde su esposa gobierna y sus hijos preparan la sucesión. Mientras tanto, el país se hunde en la represión, el exilio y la pobreza, víctima de una dictadura que nació en nombre de la revolución y terminó perpetuando el mismo autoritarismo que alguna vez prometió destruir.


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