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De gigante mundial a mínimo histórico: el colapso de la industria azucarera cubana

Redacción de CubitaNOW ~ jueves 15 de mayo de 2025

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Durante gran parte del siglo XX, Cuba fue sinónimo de azúcar. En su época dorada, especialmente en la década de 1980, la isla caribeña llegó a producir hasta 8 millones de toneladas anuales, consolidándose como el mayor exportador mundial de azúcar crudo.

Este cultivo fue no solo la base económica del país, sino también un símbolo cultural y social que marcó la identidad cubana. Sin embargo, en las últimas décadas, esa imagen se ha desmoronado y la producción azucarera se ha desplomado a niveles que no se veían desde el siglo XIX.

El año 2025 marca un punto crítico en esta caída: las estimaciones oficiales y reportes de la industria indican que la producción anual de azúcar en Cuba será inferior a las 200,000 toneladas métricas, una cifra alarmante y sin precedentes en más de un siglo.

Para ponerlo en perspectiva, en 2019 la producción fue de 1.3 millones de toneladas, y apenas dos años antes, en 2023, se registraron 350,000 toneladas. Esta tendencia a la baja refleja un problema estructural que afecta tanto a la agricultura como a la economía nacional, y que obliga a Cuba a importar más azúcar de la que produce para cubrir las necesidades básicas de su población.

La caída de la zafra cubana no es un fenómeno aislado ni reciente. Desde la desaparición de la Unión Soviética, su antiguo principal aliado y comprador, la industria azucarera cubana comenzó a perder fuerza de manera acelerada. La ausencia de ese mercado y el endurecimiento de las sanciones económicas limitaron el acceso a insumos, maquinaria y financiamiento que el sector necesitaba para mantenerse competitivo. A esto se sumaron problemas internos como la mala gestión, la insuficiencia de inversiones, la quiebra de un gran número de ingenios y un déficit de combustible esencial para la producción.

Las condiciones climáticas adversas, especialmente las lluvias intensas que dañan las cosechas en plena zafra, agravaron aún más el colapso. Provincias históricamente productoras como Villa Clara o Las Tunas apenas alcanzan entre el 10% y el 40% de sus metas, evidenciando el deterioro generalizado. Solo Sancti Spíritus logró cumplir su plan, aunque con una producción muy baja en términos absolutos.

La crisis azucarera también impacta otras industrias clave, en particular la del ron, un producto emblemático de Cuba. La disminución drástica en la producción de alcohol etílico derivado de la caña limita la fabricación de rones auténticos y pone en riesgo la continuidad de esta tradición. Sin azúcar suficiente para procesar, la economía agrícola y las cadenas productivas vinculadas sufren un efecto dominó.

Lo peor es que el gobierno cubano no ha logrado implementar medidas efectivas para revertir la tendencia. Se han mencionado proyectos de modernización y ajustes en la industria, pero la falta de inversión real y un plan de recuperación claro mantienen a la producción en caída libre.

La que una vez fue llamada “la locomotora de la economía cubana” hoy agoniza, obligando al país a depender de importaciones para un bien tan básico como el azúcar, una paradoja para una isla que durante décadas fue uno de los mayores productores mundiales.

Esta crisis refleja problemas estructurales profundos que van más allá del sector agrícola y que afectan el desarrollo económico y social de Cuba en su conjunto.



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