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Díaz Canel llama a 'mantener la calma' en medio de un país apagado

Redacción de CubitaNOW ~ viernes 30 de mayo de 2025

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Miguel Díaz-Canel, desde su trono presidencial, lanza llamados a “mantener la calma” mientras el corazón eléctrico de Cuba gime al borde del infarto. En su más reciente emisión del podcast oficial “Desde la presidencia”, el mandatario reconoce que el Sistema Electroenergético Nacional está al límite: las plantas termoeléctricas operan en condiciones críticas, el combustible escasea y no hay liquidez para importar repuestos ni crudo.

Sin embargo, este diagnóstico de catástrofe anunciada contrasta con la realidad de quienes gobiernan: en los "palacios" no se sufren las inclemencias del calor, ni el martilleo del sudor por la falta de ventilación, ni el silencio de la oscuridad nocturna.

Mientras el cubano de a pie se prepara para jornadas sin luz de hasta dieciocho horas diarias, la élite castrista goza de un suministro eléctrico constante, aire acondicionado y atención médica privilegiada.

Es un laberinto de injusticias: a una puerta se entra con promesas de “igualdad” y “solidaridad”, pero al cruzarla emerge un mapa de privilegios coronados por la impunidad. Allí, los cubanos simples, trabajadores, estaudisntes, amas de casa sudan bajo el sol sin opción a un respiro, y las madres temen por la cadencia de los ventiladores en las noches de verano.

El presidente designado pide paciencia, tan dispersa como el calor que abrasa la Isla. Reclama “unidad” y “esfuerzo compartido” ante un fenómeno que, en su origen, añade el propio, debería haber sido anticipado: un mantenimiento proactivo de centrales eléctricas, reservas estratégicas de combustible y una gestión financiera ordenada.

En cambio, el país se debate entre apagones prolongados, fallos en el suministro de agua y una crisis de recursos que lacera hospitales, escuelas y fábricas. El resultado es un caldo de frustración, ansiedad y expectativas rotas.

A cada anuncio optimista de la presidencia, corresponde el crujido de transformadores sobrecargados y el murmullo de vecinos reunidos a la luz de velas. Esa dicotomía, entre el relato oficial y la experiencia cotidiana, es el espejo donde todos miran la verdadera cara del poder. Cuando el calor alcance su punto máximo, las tensiones estallarán y la población exigirá respuestas, no más excusas. Y será entonces cuando la carga de la ineficiencia recaiga íntegra sobre el despacho presidencial. Porque la paciencia, como la electricidad, no puede pedirse sin ofrecer primero luz.




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