Los cubanos que residen en edificios destruidos en La Habana temen vivir en esas edificaciones, pero no tienen otra opción por el problema de la vivienda en el país.

"Nosotros nos acostamos con el temor de no amanecer. Yo perdí un niño (de una enfermedad terminal) y no quisiera perder mi niña", dijo Elisa Bacyán a la agencia francesa AFP.

Bacyán es una madre soltera que ya perdió a su primogénito. Ahora "ella y su hija Lesyanis puedan morir bajo los escombros del edificio donde ambas viven en La Habana Vieja, si el inmueble llegase a colapsar como sucede con frecuencia en la ciudad", señaló la citada fuente.

La cubana, ama de casa de 51 años, vive con su hija, de 12 años, en uno de los 700 edificios de La Habana reportados en estado crítico. Al cierre de 2020, el 37% de los 3,9 millones de viviendas del país estaban en un estado técnico regular o malo, según estadísticas oficiales, reseñó AFP.

Bacyán es una de los 300 inquilinos del "Edificio Cuba". "El inmueble, de seis pisos con su pórtico romano y construido en 1940, consta de 114 pequeñas habitaciones que albergan a 92 familias, que no pagan alquiler al Estado cubano (usufructo gratuito)", apuntó la agencia.

"Estamos defendiendo la vida de todos los seres humanos que viven aquí y en primer lugar la de los niños", que "no pueden ni jugar, porque aquí a cada rato se cae un pedazo", dijo Bacyán, con lágrimas en los ojos, mientras su hija duerme una siesta.

Techos, columnas y alquitrabes del "Edificio Cuba" están en ruinas. En el inmueble hay corroídas vértebras metálicas, pisos hundidos, escaleras destrozadas, grietas y filtraciones por doquier", apuntó AFP.

El Edificio Cuba "tiene daños estructurales desde los cimientos hasta la cubierta", y "no es recomendable que vivan personas ahí", porque "van a seguir ocurriendo derrumbes parciales", dijo a AFP un experto que prefirió el anonimato.

En el deterioro de este y otros inmuebles de La Habana incide la construcción de "barbacoas (entrepisos)", nuevos baños y tanques de servicio, que aumentan sustancialmente las cargas del edificio.

Cary Suárez, de 57 años, vive en el Edificio Cuba desde 1997, después que colapsara el edificio donde vivía, justo en el momento en que llevaba a sus hijos a la escuela. Su madre murió en el desastre, señaló la citada fuente.

"Pasar todo esto otra vez, (y estar) a punto de caer en otro (derrumbe) más, es muy difícil", lamenta Suárez tras las fuertes lluvias reportadas en pasado junio, cuando se encendieron las alarmas en el inmueble.

Por su parte, Francisca Peña, de 54 años, lleva cinco años intentando que las autoridades "tomen cartas en el asunto". "Hemos agotado todas las vías posibles y no tenemos respuesta", explicó. Admitió que "la crisis económica que vive el país lo ha complicado todo".

Peña, que duerme vestida por si tiene "que salir corriendo", cuenta las veces que todos han salido despavoridos a los pasillos "ante un estruendo" en el inmueble.

"Tengo ojeras, no duermo, vivo pendiente a si se cae un cacho", dijo Luvia Díaz, una trabajadora social de 50 años, que vive hacinada en el último piso con su pareja, tres hijas y un nieto.

Díaz contó que por las fuertes lluvias un bloque del techo de su cuarto se desplomó y cayó sobre una cama. "Si mi hija hubiese estado durmiendo, hubiese sucedido una tragedia", dijo.

"En el edificio todos cuentan sus miedos, pero la historia de 'Pumpa', de 31 años, que declinó revelar su identidad, eriza los pelos. Con dos años aguardaba por su pomo de leche sentada en el pasillo del primer piso, cuando un pedazo de techo se desprendió y le aplastó la cabeza. Debió ser sometida a cirugía de reconstrucción craneal", apuntó AFP.

"A mí me da miedo vivir aquí (...) porque la segunda vez no me voy a salvar", dijo la cubana.

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