En un pequeño pueblo al sureste de Francia, Brignoles, de 15,000 habitantes, la comunidad ha sido sacudida por una impactante confesión. Gerson Peres, el cura del lugar, renunció públicamente después de admitir que había tenido una relación íntima con una mujer casada, a la que él mismo había casado unos meses antes.

Durante la misa del domingo, Peres decidió ser completamente franco con sus feligreses. Delante de la congregación, el sacerdote reconoció que había roto su voto de celibato al mantener una relación con una mujer del pueblo. Tras esta revelación, Peres presentó su dimisión al obispo, François Touvet, de la diócesis de Fréjus-Toulon, quien aceptó su renuncia inmediatamente.

El obispo Touvet, en una carta leída por otro sacerdote de la parroquia, expresó su tristeza por la situación y condenó la conducta del padre Peres. “Vivía en flagrante contradicción con sus compromisos, especialmente el del celibato”, explicó Touvet, añadiendo que algunos feligreses ya conocían lo sucedido antes de la confesión pública.

Los habitantes de Brignoles han tenido reacciones mixtas ante el escándalo. Mientras algunos expresaron su decepción, otros valoraron la transparencia del sacerdote al asumir su error y enfrentar las consecuencias. Un residente comentó a la cadena local BFM TV: "Hizo un juramento de castidad, y esto es incompatible con su función". Sin embargo, otros consideraron positivo que el padre Gerson fuera honesto al hablar con su obispo y con la comunidad.

Por el momento, el padre Simon Rebeccaï ha sido designado como el nuevo párroco interino de Brignoles, mientras se busca un reemplazo permanente.

El celibato clerical ha sido una norma estricta en la Iglesia Católica desde el siglo XII, tras el Concilio de Letrán. Aunque no es un caso aislado, la historia de Gerson Peres destaca debido al contexto de la relación y a la decisión del sacerdote de hacer pública su falta ante su comunidad.

Peres ahora enfrenta sanciones eclesiásticas, conocidas como penas canónicas, que podrían incluir la suspensión de sus actividades sacerdotales o incluso la excomunión, dependiendo de la gravedad de su falta y el juicio dentro de la Iglesia.

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