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Cubanos saludan al dictador mientras se ahogan en la miseria

Redacción de CubitaNOW ~ jueves 6 de noviembre de 2025

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Dicen que la esperanza es lo último que se pierde, aunque en Cuba parece que lo último que se pierde es la costumbre de aplaudir al culpable. En Guamá, Santiago de Cuba, después del paso del Huracán Melissa —que dejó techos volando, casas destrozadas y ollas vacías— los damnificados decidieron enviarle un “afectuoso saludo” al general Raúl Castro. Sí, justo a él, al que lleva más de medio siglo girando la ruleta de la miseria nacional.

El escenario fue digno de una tragicomedia tropical: Díaz-Canel, rodeado de su habitual corte de funcionarios con camisas planchadas y caras compungidas, visitó el asentamiento de Cojímar. Mientras el pueblo todavía sacaba agua del piso y trataba de encontrar qué cocinar sin gas ni techo, algunos vecinos —entre lágrimas, hambre y resignación— le gritaron “¡Gracias, Raúl!” con la misma fe con la que otros piden milagros a San Lázaro.

El contraste fue grotesco. Los jefes del Partido, con sus botas limpias, caminaban entre escombros como si estuvieran en una pasarela de la Revolución. A su alrededor, las paredes caídas y los rostros flacos de los habitantes parecían suplicar menos consignas y más comida. Pero claro, en Cuba la miseria se maquilla con discursos y el aplauso al líder se usa como anestesia colectiva.

Las redes, sin embargo, ardieron. Juan González resumió lo que muchos piensan: “Ellos les conviene que sigan así, miserables… hasta reconocen al verdugo como su salvador”. Juan Miguel Pinto fue más crudo: “Cada pueblo tiene el gobierno que quiere y se acomoda a vivir como basura”. Otros, como Maricela Blanco, lo llamaron por su nombre: “Esclavos de la revolución”.

Yayi LH se preguntó “¿A qué fueron, si no les van a resolver nada?”, mientras Rafael Jiménez apuntó: “Los veo con las manos vacías… al menos La Familia Cubana reparte ayuda”.

Los comentarios siguieron: “El circo continuará mientras haya payasos que aplaudan” dijo Delso Hernández. “Que vergüenza, llegan sin nada”, lamentó Luis Ballester. “Miserables, carneros, hijos del maltrato”, repitieron otros. Alexander Sánchez cerró con una frase que dolió: “El daño antropológico es muy serio y profundo”. ¿Dónde está la Machi que tantos viajes da en el año y no pudo embarrase de lodo para ver a su pueblo? añadió María Tomasa.

Y sí, ahí está el drama: un pueblo que saluda al que lo hundió, sonríe al que lo ignora y aplaude al que nunca le ha dado nada. La tragedia de Cuba no es solo el huracán que arrasó las casas, sino el huracán mental que arrasó la dignidad. Entre ruinas, hambre y consignas, el país sigue aplaudiendo al verdugo con una mano… mientras con la otra sostiene el techo que se cae.

Del perfil de La Tijera


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