Cinco meses después de haber iniciado un trámite legal básico, el profesor Manuel Cortina, reconocido entrenador de pitcheo de varias generaciones y referencia del béisbol cubano, sigue esperando una respuesta que nunca llega. No es un strike cantado: es otra muestra del burocratismo y la negligencia institucional que golpea a ciudadanos comunes, incluso a figuras con una vida dedicada al deporte y la formación.

En julio, Cortina se presentó en el Bufete Colectivo de la calle Martí, donde fue atendido —según afirma— por una abogada eficiente que realizó correctamente todo el papeleo para la legalización de notas. El trámite tuvo un costo de 15 000 pesos cubanos, pagados puntualmente. Desde entonces, el expediente quedó atrapado entre el Ministerio de Justicia y el Ministerio de Educación, sin respuestas, sin plazos y sin explicaciones.

“Cuando uno llega a este extremo y hace la denuncia pública, lo primero que hacen es tildarte de contrarrevolucionario”, denuncia Cortina. “Los verdaderos contrarrevolucionarios son los que no cumplen con su trabajo, porque a nadie se le olvida ir a cobrar a fin de mes”.

El entrenador se pregunta hoy, con razón, dónde están sus derechos civiles, quién es el responsable del retraso y hasta cuándo seguirá la indolencia. “Es imposible que pasen cinco meses sin una respuesta. Hay alguien que no está haciendo bien su trabajo”, afirma.

Cansado de esperar, Cortina incluso plantea la posibilidad de sentarse frente al ministerio con un pan y una botella de agua hasta recibir una explicación. No pide privilegios. Pide lo básico: respeto, profesionalidad y respuesta.

En este juego, el Estado volvió a lanzar fuera de la zona… y el ciudadano sigue esperando que alguien se atreva a marcar la jugada correcta.

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