Cubana: 'ya estoy sin esperanzas”

Redacción de CubitaNOW ~ viernes 26 de mayo de 2023

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"Muy triste pero cierto. Ya estoy sin esperanzas, solo pido que se acabe ya, siempre miro la expresión de las personas en las paradas de guaguas congestionadas, lo ojos idos y una expresión de tristeza tan grande y digo no saben cuándo vendrá o si vendrá la guagua que esperan, y si cambiará algún día la angustia en la que vivimos", dijo una cubana esta semana por un emotivo texto compartido en Facebook.

"¿Cómo es posible que esta realidad suceda? ¿Cómo es posible que personas altamente egoístas hayan tirado al abismo el tesoro de nuestra nación? Han acabado con la familia y las amistades, lo más sagrado, con las instituciones y con todos los bienes materiales y nuestro patrimonio. ¡No hay palabras para juzgarlos!", afirmó otra ciudadana ante las palabras de Ricardo Acostarana que reproducimos íntegras a continuación:

Ya dejo la billetera en la casa.

El carnet va dentro del forro del móvil, con mi careto en blanco y negro, despeinado, con cara de malo y una ceja que finge una corte violento.

En los bolsillos tengo billetes, billetes de 5 y de 10, a veces de 20 pesos. Todos esos billetes, dos, tres, van en un mismo bolsillo del bala o el short. En el otro bolsillo escondo esa parte del aire que respiro y me asfixia.

Cuando camino por 23, una zona repleta de mendigos, alcohólicos, enfermos mentales, muertos de hambre, de hambre de verdad, gente harapienta, lo hago queriendo que todo me importe una pinga.

Antes tenía azuquita pa' los chamas, me paraban en cualquier esquina, soltaban la mano de la madre o el padre y me apretaban las mías. Me daba miedo eso, pero los niños también se fueron o ya no caminan por 23 y entonces 23 se vuelve una pinga más grande, y ya no hay arboleda, y la gente te choca, y la gente te escupe sus chismes y sus bateos ancestrales cuando te los cruzas.

A veces, muy pocas veces, quisiera un 23 solo para mí, y caminar encuero por la línea amarilla de la avenida y caerle a trompones a todo el ejército rebelde esculpido en bronce, y que las guaguas se sienten a esperar por nosotros en la parada de 23 y 14 y que a todos los mendigos, alcohólicos, enfermos mentales, muertos de hambre, de hambre de verdad, gente harapienta, les pueda dar el mismo bolsillo repleto de billetes de 5, de a 10, de a 20 una y otra vez y que mi otro bolsillo se descongestione.

Y a mí qué me importa si se gastan mi miseria en alcoholes de bodega o en panes viejos comprados por el 2 en la panadería, y a mi qué me importa que se compren un cigarro con el billete de 10 pesos, un cigarro que encienden y apagan para que les dure todo el día; de pinga, cuando un criollo costaba 35 centavos.

Quizás y esos mendigos, alcohólicos, enfermos mentales, muertos de hambre, de hambre de verdad, gente harapienta de hoy, son los niños que hace 40, 50, 60 años salieron corriendo a darle la mano a un extraño con barba, así como yo, que les mintió todo un país y les dijo que 23 sería la calle más hermosa de América.


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