Cuba volvió a atravesar otra jornada marcada por apagones generalizados y un sistema eléctrico al límite, según reflejó el parte oficial divulgado por la Unión Eléctrica (UNE) el 27 de diciembre. La entidad confirmó que el día anterior el país sufrió interrupciones durante prácticamente toda la jornada y que, en el horario de mayor demanda, la afectación llegó a niveles extremos.

De acuerdo con la UNE, la máxima afectación se registró a las 6:10 de la tarde, cuando los cortes alcanzaron 1.816 megawatts (MW). El reporte atribuyó el escenario a una combinación de factores que ya se ha vuelto recurrente: baja disponibilidad de generación, averías en unidades térmicas y una escasez sostenida de combustible.

Desde temprano, el Sistema Eléctrico Nacional (SEN) había mostrado señales de colapso. A las 6:00 de la mañana, la disponibilidad era de apenas 1.510 MW, frente a una demanda de 1.900 MW, lo que provocó apagones inmediatos por un déficit de 402 MW. En la noche, la demanda estimada rondó los 3.280 MW, muy por encima de lo que el sistema pudo sostener.

El parte detalló averías en las unidades 5 y 8 de la termoeléctrica del Mariel, así como en la unidad 2 de Felton. También informó mantenimientos en Santa Cruz del Norte y en la CTE Carlos Manuel de Céspedes, en Cienfuegos. En total, la UNE reportó 659 MW fuera de servicio por limitaciones técnicas en la generación térmica y 1.047 MW indisponibles por falta de combustible y lubricantes: 790 MW detenidos en 89 centrales de generación distribuida, 108 MW en la Central Fuel de Moa y 149 MW por falta de lubricantes.

La empresa destacó que 34 parques solares fotovoltaicos aportaron 2.901 MWh, con un pico de 561 MW, pero esa contribución no logró compensar las caídas del resto del sistema.

El informe provocó una nueva oleada de críticas en redes sociales. Usuarios expresaron cansancio, frustración y desesperanza por la continuidad de los apagones incluso en fechas festivas, mientras otros ironizaron sobre el discurso oficial de “resistencia creativa”.

La jornada volvió a confirmar el deterioro estructural del sistema eléctrico cubano, marcado por décadas de baja inversión, infraestructura envejecida y dependencia del combustible importado, pese a los anuncios oficiales sobre energías renovables.

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